Se colocó la primera piedra del edificio actual de la Real Academia Española, situado en la calle Felipe IV de Madrid (1891). El edificio se construyó expresamente para la RAE y se inauguró en 1894.
Nacieron el escritor hispanouruguayo José Alonso y Trelles, conocido también como El viejo Pancho (1857); el poeta bengalí, premio Nobel de Literatura en 1913, Rabindranath Tagore (1861); el novelista polaco, premio Nobel de Literatura en 1924, Władysław Reymont (1867); el poeta argentino Evaristo Carriego (1883); el escritor español Ángel María de Lera (1912); el dramaturgo argentino Osvaldo Dragún (1929); el poeta y ensayista y filólogo español Guillermo Carnero (1947) y la escritora española Almudena Grandes (1960).
Fallecieron el poeta cubano José María Heredia y Heredia (1839); el farmacéutico, botánico y lingüista español Francisco Fernández Iparraguirre (1889) y el narrador, ensayista y filósofo español Pep Subirós (2016).
Francisco Fernández Iparraguirre es el personaje al que hoy prestamos especial atención en las efemérides de hablarydecir.com. En su faceta de lingüista, fue uno de los pioneros en España de la primera lengua construida, antecesora del esperanto: el volapük. Escribió una Gramática del volapük y un diccionario volapük-español, y fundó en 1885 la revista Volapük. El volapük se concibió para ser un idioma universal que facilitara la comunicación entre personas de diferentes lenguas maternas.
El volapük es la lengua artificial creada por el sacerdote alemán Johann Martin Schleyer en 1879. La palabra volapük se compone de vol (mundo) y pük (habla), lo que se traduce como lengua del mundo o habla mundial. En su apogeo, el volapük gozó de gran popularidad y llegó a tener cientos de miles de hablantes, con clubes y publicaciones dedicadas a su estudio y promoción.
La gramática del volapük se inspiró en las lenguas europeas, mientras que su vocabulario se basó principalmente en el inglés, con influencias del alemán y el francés. Sin embargo, las raíces de las palabras a menudo se distorsionaban hasta ser irreconocibles. El alfabeto del volapük incluye letras con diéresis, como ä, ö y ü, y tiene su propia pronunciación y reglas gramaticales.
A pesar de su éxito inicial, el volapük sucumbió ante el esperanto hacia finales del siglo XIX y principios del XX. La complejidad de su gramática y las disputas entre sus hablantes contribuyeron a su declive. Hoy en día, el volapük tiene muy pocos hablantes, pero sigue siendo de interés para los estudiosos de las lenguas artificiales.
El lema del volapük, Menefe bal, püki bal (Una lengua, una humanidad), refleja su ideal de unir a la humanidad bajo una sola lengua.
NOTA: Estaremos encantados de recibir sus críticas, comentarios o sugerencias en hablarydecir@gmail.com.