Nuncupatorio es una de esas palabras que, aunque hoy apenas circulan fuera de contextos especializados, atesoran una historia y una riqueza que merecen ser rescatadas. Su sonoridad, tan poco habitual en el habla cotidiana, remite a tiempos en los que el acto de nombrar o dedicar tenía un peso formal y ceremonial.
Etimología y significado
Proviene del latín nuncupāre, que significa poner o dar nombre a algo, acompañado del sufijo -torio, que indica relación o pertenencia. Así, lo nuncupatorio es aquello que tiene que ver con el acto de nombrar, de proclamar o dedicar públicamente.
El diccionario oficial contempla una sola entrada: Dicho de un escrito: Que tiene como objeto dedicar una obra a alguien, o nombrarlo e instituirlo por heredero, o conferirle un empleo.
En el español clásico y jurídico, el adjetivo nuncupatorio se aplicaba a los escritos con los que se dedicaba una obra a alguien o en los que se instituía a una persona como heredero o se le confería un empleo. Era frecuente encontrar dedicatorias nuncupatorias en los libros del Siglo de Oro, donde el autor, al inicio de la obra, dirigía unas palabras a un mecenas, protector o amigo, normalmente con fórmulas de elogio y reconocimiento. En la literatura jurídica, el término adquirió un matiz más técnico: el testamento nuncupatorio o nuncupativo era aquel que no se redactaba por escrito, sino que se declaraba de viva voz, en presencia de testigos, para instituir heredero a alguien en situaciones de urgencia o peligro de muerte. Esta práctica, recogida en antiguos códigos legales, subrayaba la importancia de la palabra dada y del acto público de designación.
Nuncupatorio. Usos
El uso de nuncupatorio ha ido decayendo y hoy apenas sobrevive en textos jurídicos antiguos, estudios filológicos o en la erudición literaria. Sin embargo, su huella permanece en la memoria de la lengua y en la estructura de muchos textos clásicos. En la cultura humanista, la dedicatoria nuncupatoria era casi un género en sí mismo, cargado de fórmulas retóricas y de referencias a la dignidad del destinatario. Un ejemplo notable se encuentra en los tratados renacentistas, donde el poema nuncupatorio servía como prólogo programático y homenaje al protector de la obra, combinando la alabanza personal con la exposición de intenciones del autor.
En la ciencia y la cultura, el término aparece ligado a la solemnidad de ciertos actos de proclamación o dedicación, ya sea en la publicación de una obra, en la institución de un legado o en la concesión de un cargo. Su empleo recuerda la importancia del acto de nombrar, de hacer público el reconocimiento o la transmisión de un bien, sea material o simbólico.
Curiosidades
El testamento nuncupatorio, aunque hoy en desuso en la mayoría de los sistemas jurídicos, fue durante siglos un recurso legal válido en situaciones excepcionales, especialmente en contextos bélicos o de epidemias, donde la inmediatez y la imposibilidad de redactar un documento escrito hacían necesario recurrir a la palabra y a la presencia de testigos. En la literatura, la dedicatoria nuncupatoria ha dejado páginas memorables, en las que el autor no solo agradece, sino que establece un pacto de complicidad y admiración con su destinatario.
Nuncupatorio es, en suma, una palabra que evoca el valor del acto de nombrar y de dedicar, un eco de otras épocas en las que la palabra pública y solemne tenía la fuerza de un contrato o de un legado. Rescatarla es también recordar la importancia de los gestos fundacionales y de la memoria escrita.