Acecinar es una palabra que, por su sonoridad y su historia, resulta especialmente adecuada para una sección como Extrañas Palabras. Su uso es muy escaso en la vida cotidiana y, sin embargo, encierra una tradición cultural y gastronómica que atraviesa siglos y fronteras.
Acecinar. Etimología y significado
El verbo acecinar proviene del sustantivo cecina, que a su vez tiene raíces en el latín, y se forma con el prefijo a- y el sufijo -ar, habitual en la creación de verbos en español. Desde el punto de vista etimológico, acecinar y cecina comparten origen y sentido: ambos remiten a la carne curada, seca y salada, expuesta al humo o al aire, que se convierte en un alimento resistente al paso del tiempo y a la intemperie.
El diccionario oficial de la RAE contempla dos acepciones:
- Salar las carnes y ponerlas al humo y al aire para que, enjutas, se conserven. Señala como sinónimos a ahumarse, cecinar, curar, salar y secarse.
- Quedarse, por vejez u otra causa, muy enjuto de carnes. Sinónimos: secarse, amojamarse, acartonarse y apergaminarse.
En la historia
El término acecinar aparece en textos del Siglo de Oro y en tratados de cocina y economía doméstica desde el siglo XVI. El vocablo se empleaba tanto en la península ibérica como en territorios de América, adaptándose a las carnes y costumbres locales. No solo se acecinaba vacuno, sino también cabra, caballo, conejo e incluso pescado, según la región y las posibilidades. En la literatura, la palabra se asocia a la vida rural, a las despensas de las casas campesinas y a la sabiduría popular que permitía sobrevivir a los inviernos y a las largas travesías.
A lo largo del tiempo, acecinar ha tenido también un uso figurado: se decía que una persona se acecinaba cuando, por la edad o la enfermedad, se quedaba enjuta, seca, casi como una carne curada. Esta acepción, aunque menos frecuente, aparece en novelas y crónicas y aporta un matiz expresivo que enriquece el término.
Acecinar. Curiosidades
Curiosamente, el verbo ha sido a veces confundido con asesinar, por su proximidad fonética, aunque sus significados no pueden ser más dispares. La cuestión es que son homófonas en gran parte del mundo hispanohablante, es decir, se pronuncian igual porque no se distingue entre la c y la s en esos casos.
En algunas zonas rurales de España y Hispanoamérica, acecinar aún se utiliza, sobre todo en el ámbito de la gastronomía tradicional y en la elaboración de productos como la cecina, que sigue siendo un manjar apreciado y protegido por denominaciones de origen. Este método de conservación es uno de los más antiguos de la humanidad y ha sido fundamental en sociedades donde la refrigeración era inexistente o escasa.
El proceso de acecinar, más allá de la técnica, encierra un saber ancestral: la combinación exacta de sal, humo, tiempo y paciencia. En la cultura popular, acecinar es sinónimo de previsión y de respeto por los ciclos de la naturaleza, una forma de transformar la abundancia en reserva y de prolongar el sabor de la carne más allá de la inmediatez.
En la ciencia de los alimentos, acecinar es uno de los métodos tradicionales de conservación, junto al salado, el ahumado y el secado al sol. Su vigencia en la gastronomía actual demuestra que la tradición puede convivir con la modernidad y que palabras como acecinar siguen teniendo un lugar, aunque sea discreto, en el vocabulario de quienes valoran el arte de conservar y transformar los alimentos.
.