Analizamos hoy la figura de otro de los grandes de los Tercios españoles: Alejandro Farnesio.
Alejandro Farnesio: un linaje de poder y responsabilidad
Nació en Roma en 1545, en el seno de una de las familias más influyentes de Europa. Hijo de Octavio Farnesio, duque de Parma y de Margarita de Parma, hija natural y legitimada de Carlos V, su ascendencia le situó desde muy joven en el epicentro de la política europea. Nieto de Carlos V y sobrino de Felipe II, su educación se desarrolló en la corte española, donde compartió formación con figuras como don Juan de Austria. Este entorno le preparó para asumir con firmeza y sabiduría los retos políticos y militares que marcarían su vida, forjando una personalidad que combinaba nobleza, inteligencia y un profundo sentido del deber.
Soldado en Lepanto
Su temprana vocación militar se manifestó con intensidad en la batalla de Lepanto en 1571, uno de los enfrentamientos navales más decisivos del siglo XVI. Allí, Farnesio comandó tres galeras y destacó no solo por su mando, sino por su arrojo personal. Participó activamente en el abordaje de naves turcas, combatiendo cuerpo a cuerpo con montante en mano y logrando capturar la nave del tesoro enemigo. Resultó herido en combate, perdiendo la movilidad de una mano, pero su valentía y liderazgo quedaron grabados en la memoria de sus contemporáneos. Esta victoria frenó el avance otomano en el Mediterráneo y consolidó la reputación de Farnesio como un soldado intrépido y eficaz.
Farnesio supo sacar el máximo partido a la experiencia y profesionalidad de los Tercios, utilizándolos tanto en operaciones de asedio como en maniobras de campo abierto y su liderazgo fue fundamental para mantener la moral y la eficacia de estas tropas en condiciones extremadamente adversas. Los cronistas y la historiografía coinciden en que su genio militar y su capacidad de mando convirtieron a los Tercios en una fuerza casi invencible durante su etapa en Flandes.
Gobernador y estratega en los Países Bajos
El nombre de Alejandro Farnesio está vinculado a la pacificación de los Países Bajos, escenario de una de las crisis políticas y religiosas más complejas de la época. En 1578 fue nombrado gobernador general y capitán general del ejército español en Flandes, cargo en el que desplegó una combinación magistral de diplomacia y fuerza militar. Su estrategia consistió en negociar con las provincias católicas del sur para que regresaran a la obediencia de Felipe II, mientras contenía y combatía a los rebeldes protestantes del norte.
Su pericia militar se manifestó en victorias decisivas como la batalla de Gembloux y el asedio de Amberes, donde su dominio de la logística, la ingeniería militar y la guerra de asedio sentaron un precedente en Europa. Farnesio recuperó en una sola campaña cerca de treinta ciudades, consolidando el control hispánico en la región y sentando las bases geográficas y culturales de lo que sería la moderna Bélgica. Su labor no fue solo militar, sino también política, pues supo mantener la cohesión interna y la moral de sus tropas y mostró clemencia hacia los vencidos.
Alejandro Farnesio. Gobernante
No solo destacó por su genio militar, sino por su capacidad para gobernar con prudencia y humanidad. Su trato con las poblaciones y con los soldados reflejaba un equilibrio entre firmeza y clemencia, lo que contribuyó a estabilizar un territorio convulso y dividido. Su lealtad inquebrantable a Felipe II y su compromiso con la causa católica fueron constantes, pero siempre acompañados de un sentido práctico que le permitió adaptarse a las circunstancias.
Esta combinación de cualidades le valió la admiración tanto de sus aliados como de sus enemigos y su figura se convirtió en un símbolo del ideal renacentista: noble, culto, valiente, leal y dotado de una inteligencia práctica y una humanidad que trascendieron su época.
Alejandro Farnesio falleció en Arrás el 3 de diciembre de 1592, a los 47 años de edad.