Sabida es por cualquier persona medianamente cultivada la extrema afición del comunismo por matarse entre ellos (y a los demás, con más razón…), por su interés exacerbado en las luchas internas del poder y, en definitiva, por el crimen y la maldad.
Iniciamos esta sección presentando a un criminal comunista en mayúsculas: André Marty.
El carnicero de Albacete
El carnicero de Albacete fue André Marty (Perpiñán, 6 de noviembre de 1886-Toulouse 23 de noviembre de 1956), un comunista francés que desempeñó un papel central durante la Guerra Civil Española como organizador e inspector general de las Brigadas Internacionales, cuyo cuartel general se encontraba en Albacete. Fue encargado por la Internacional Comunista (léase Stalin) de la organización del reclutamiento y disposición de las Brigadas Internacionales tras el inicio de la guerra civil española, con el cargo oficial de inspector general.
Marty fue una figura temida y polémica, conocido por su extrema brutalidad y por su obsesión con las conspiraciones y supuestos enemigos internos dentro de las propias brigadas.
Su gestión se caracterizó por la implantación de una red de espías y por la persecución, tortura y ejecución de brigadistas sospechosos de deserción, debilidad o traición. El propio Marty llegó a afirmar que había ejecutado a unos 500 brigadistas, lo que representaba aproximadamente el 5 % de las bajas de estas unidades y llegó a decir que la vida de un hombre vale 75 céntimos, el precio de un cartucho. Esta actitud despiadada le granjeó el rechazo incluso de sus compañeros republicanos y comunistas, y consolidó su infame apodo.
Frialdad criminal
Aunque durante años la historiografía resaltó la frialdad y las ejecuciones ordenadas por Marty, investigaciones más recientes matizan que una pequeña parte de las ejecuciones que se le atribuyeron pudieron ser responsabilidad de mandos soviéticos y que su poder real de decisión era menor de lo que él mismo proclamaba. Esta es, no obstante, una aseveración minoritaria. En cualquier caso, su figura sigue siendo uno de los símbolos más oscuros de la represión interna en las Brigadas Internacionales. Y, desde luego, la hubo de toda clase y condición…
La represión, las ejecuciones y las torturas organizadas o permitidas por André Marty y otros mandos comunistas durante la Guerra Civil Española no se limitaron exclusivamente a los miembros de las Brigadas Internacionales o a combatientes extranjeros, sino que también afectaron a nacionales, es decir, a españoles considerados enemigos políticos, contrarrevolucionarios o simplemente sospechosos.
En las llamadas checas y prisiones controladas por comunistas y brigadistas, se practicaron torturas y ejecuciones sumarias a toda persona considerada hostil al régimen republicano o al control comunista: religiosos, burgueses, falangistas, empresarios, periodistas y ciudadanos denunciados por motivos personales. Los métodos de tortura eran extremadamente crueles, propios de gentes sin escrúpulos ni atisbo de moralidad. Luego los asesinaban, claro.
A pesar de su papel en la Guerra Civil, Marty continuó su carrera política en el Partido Comunista Francés y mantuvo su influencia en la Internacional Comunista. Parece que hizo bien su trabajo. ¡Criminal! Ya lo tenemos apuntado en la memoria. En la de verdad.