Quizá ya lo sabía, pero la ermita de San Adrián de Sásabe es el último vestigio del antiguo monasterio situado en Borau, en la Jacetania (Huesca). Está en un entorno natural de gran belleza, en la confluencia de los barrancos Calcil y Lupán, donde nace el río Lubierre, en el Pirineo aragonés.
San Adrián de Sásabe. Singularidades
- Uno de los monasterios más importantes de la Edad Media aragonesa y primera sede episcopal del Reino de Aragón, cuando Huesca estaba bajo dominio musulmán.
- Custodió el Santo Grial durante varios siglos antes de llegar a Valencia.
- El templo se concibió y construyó en un lugar donde el agua brota y penetra en el interior, creando un ambiente extraordinario con el rumor del caudal y la sensación de estar en una ermita acuática.
- El edificio actual, de estilo románico lombardo-jaqués, es sencillo pero de gran valor histórico y simbólico.
- La ermita está rodeada de naturaleza virgen y torrentes pirenaicos.
- En su interior descansan los restos de varios obispos de Aragón, lo que refuerza su importancia como centro espiritual y religioso en la historia del reino.
- Conserva la condición de sede episcopal titular, aunque la diócesis fue trasladada a Jaca en el siglo XI, lo que le otorga un carácter único en la estructura eclesiástica española.
- El acceso al lugar, cruzando ríos y senderos y su aislamiento, contribuyen al misterio y a la experiencia casi iniciática de la visita.
- Bien de Interés Cultural. Ejemplo de cómo historia, leyenda y naturaleza se entrelazan.
- Sásabe es un topónimo antiguo, relacionado con lugar bajo o junto al agua, acorde a su entorno de manantiales y ríos.
- San Adrián fue un mártir cristiano del siglo IV, oficial romano convertido al cristianismo.
Así, San Adrián de Sásabe es un paraje singular donde confluyen historia, espiritualidad, leyenda y naturaleza.