Delmira Agustini
Cuentas de luz, de Delmira Agustini
Lejos como en la muerte
siento arder una vida vuelta siempre hacia mí,
fuego lento hecho de ojos insomnes, más que fuerte
si de su allá insondable dora todo mi aquí.
Sobre tierras y mares su horizonte es mi ceño,
como un cisne sonámbulo duerme sobre mi sueño
y es su paso velado de distancia y reproche
el seguimiento dulce de los perros sin dueño
que han roído ya el hambre, la tristeza y la noche
y arrastran su cadena de misterio y ensueño.
Amor de luz, un río
que es el camino de cristal del Bien.
¡Tú me lo des, Dios mío!
Sobre Cuentas de luz
Forma parte de cinco poemas breves que integran el ciclo titulado El rosario de Eros, publicado póstumamente en 1924. Esta obra fue compilada tras la trágica muerte de la autora en 1914 y recoge textos que profundizan en el universo simbólico y erótico que Agustini había desarrollado en sus libros anteriores: El libro blanco (1907), Cantos de la mañana (1910) y Los cálices vacíos (1913).
El título del ciclo —El rosario de Eros— ya anticipa una tensión entre lo sagrado y lo sensual. Cada poema es una cuenta de ese rosario. El poema lo editaron sus contemporáneos con respeto a su estilo original y con escasa intervención crítica. Hoy se considera una pieza clave para entender la evolución de la voz poética de Agustini hacia una lírica más simbólica y espiritualizada.
Análisis
El poema se construye sobre una atmósfera de lejanía, vigilia y deseo. Desde el primer verso se establece una distancia insalvable entre el yo lírico y el objeto amado, que, sin embargo, arde con una presencia constante. La imagen del fuego lento hecho de ojos insomnes condensa dos de los grandes temas de Agustini: el deseo persistente y la mirada como forma de posesión.
El ser amado aparece como una figura ambigua. Estas imágenes oscilan entre lo tierno y lo espectral, lo animal y lo sagrado, lo vulnerable y lo inasible. El poema no describe un encuentro amoroso, sino una vigilia: una espera cargada de intensidad emocional, donde el amor se convierte en una forma de luz que guía, pero también hiere.
La súplica final introduce una dimensión mística. El amor ya no es solo deseo carnal, sino anhelo de redención, de belleza absoluta, de comunión con lo divino. Esta tensión entre Eros y lo trascendente es una constante en la obra de Agustini y aquí alcanza una de sus expresiones más depuradas.
Sobre Delmira Agustini
Esta es la segunda publicación dedicada a Agustini en el Poemario de hablarydecir. En la primera, Explosión, ya comentamos su vida y obra, por lo que, por brevedad y economía de espacio, los remitimos a esa entrada.