La flota de Rozhéstvenski

septiembre 9, 2025

¿Qué fue la flota de Rozhéstvenski?

En la primavera de 1905, el Imperio ruso decidió jugarse su prestigio naval en una apuesta desesperada: enviar su flota del Báltico a liberar Port Arthur, sitiado por los japoneses. Al mando estaba el vicealmirante Zinovi Rozhéstvenski, apodado el perro loco por su temperamento feroz y su escasa fe en el éxito de la misión.

La flota de Rozhéstvenski. Una travesía delirante

La célebre flota de Rozhéstvenski, conocida en el conflicto como la Flota rusa del Báltico, zarpó desde esas frías aguas europeas en una de las expediciones navales más largas jamás registradas y emprendió una ruta que parecía sacada de una novela de aventuras: bordeó Europa, cruzó el canal de Suez, navegó por el océano Índico y el mar de China. Durante el trayecto (unos 30.000 km), los buques rusos protagonizaron el infame incidente de Dogger Bank, donde dispararon por error contra barcos pesqueros británicos creyendo que eran torpederos japoneses. El escándalo casi provoca una guerra con Reino Unido.

Rozhéstvenski comandaba una flota variopinta: acorazados modernos mezclados con barcos obsoletos, marineros mal entrenados y una logística caótica. El viaje fue tan largo que algunos barcos tuvieron que ser repintados varias veces para evitar el óxido. La moral estaba por los suelos y el almirante sabía que se dirigía a una carnicería.

Tsushima: el naufragio del orgullo ruso

El 27 de mayo de 1905, la flota rusa llegó al estrecho de Tsushima. Allí les esperaba el almirante japonés Heihachiro Togo, quien había estudiado a fondo las tácticas navales occidentales y contaba con una flota moderna, disciplinada y perfectamente posicionada.

La batalla fue un desastre absoluto para Rusia. En menos de 24 horas, la mayoría de los barcos rusos estaban hundidos o capturados. Rozhéstvenski, herido en combate, quedó prisionero. Japón emergió como potencia naval y Rusia quedó humillada ante el mundo.

La flota de Rozhéstvenski. Consecuencias

La derrota en Tsushima no solo marcó el fin de la guerra ruso-japonesa, sino que también sembró el descontento que desembocaría en la Revolución de 1905. El mito de la invencibilidad europea se resquebrajó y Japón se consolidó como una fuerza imperial emergente.

Rozhéstvenski, tras regresar a Rusia, fue juzgado y absuelto. Murió en 1909, dejando tras de sí una lección amarga: no basta con tener barcos, hay que saber usarlos.

La flota de Rozhéstvenski. Grabado japonés de la batalla naval de Tsushima entre Rusia y Japón, mayo de 1905.

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