Antes de adentrarnos en su desglose, conviene recordar que muchos insultos, aun cuando parezcan invenciones o rarezas locales, encierran historias lingüísticas y tonos culturales que reflejan tensiones sociales, regionalismos o simples juegos verbales. Sanselo pertenece a esa familia de voces con sabor arcaico, rescatadas del olvido para adquirir fuerza en la oralidad popular.
Los insultos certeros no buscan humillar, sino revelar una verdad incómoda con precisión. Son breves, justos y memorables porque nombran lo que el otro preferiría ocultar.
Insulto | Sanselo |
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Significado | Persona considerada insustancial, sin garbo ni carácter definido, carente de juicio o entendimiento |
Etimología | Procede del cruce coloquial entre sin y un arcaísmo derivado de seso (entendimiento, juicio), que en castellano medieval se decía también senso o seso. Sin seso > sanseso > sanselo |
Usos comunes | ¡No seas sanselo, apúntate de una vez a lo que quieres! / Ese muchacho parece un sanselo: no toma decisiones |
Curiosidades | En textos del Siglo de Oro se documenta sin seso como ofensa recurrente hacia personajes necios de comedia. La forma sobrevive como deformación fonética en hablas rurales, lo que le da un matiz risueño más que agresivo. |
Aunque hoy no figuraría en el repertorio de insultos más comunes, demuestra cómo la oralidad transforma expresiones literales en voces cargadas de connotación popular. Palabras similares, nacidas de contracciones o corrupciones, circulan con fuerza en registros coloquiales e incluso llegan a incorporarse al español normativo.
El estudioso de los insultos puede encontrar en sanselo un ejemplo vivo de la creatividad lingüística que aflora en la confrontación humorística o en la burla cotidiana.