No todos los insultos certeros son vulgares; algunos, como sabandija, arrastran siglos de carga simbólica, zoológica y social. Este término, que evoca lo rastrero y lo despreciable, ha migrado desde el reino animal al humano con una eficacia expresiva notable.
Su uso revela no solo desprecio, sino una forma de clasificar al otro como residuo, como criatura indeseable.
Insulto | Sabandija |
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Significado | Persona ruin, despreciable o molesta; también se aplica a pequeños animales considerados repulsivos |
Etimología | Probable origen prerromano, emparentado con el vasco suge-andere-a (muchacha de la culebra), según Corominas |
Usos comunes | Ese sabandija se coló en la reunión sin ser invitado. / No confíes en él, es una sabandija de cuidado |
Curiosidades | En el Río de la Plata puede usarse afectuosamente para niños traviesos. En Uruguay, también designa a quien flirtea sin comprometerse |
Llamar sabandija a alguien no es solo insultarlo: es reducirlo a lo infrahumano, a lo que se arrastra y se esconde. Pero también es una forma de narrar el desprecio con ingenio, de elegir la metáfora zoológica sobre la injuria directa.
En su ambigüedad —entre lo repulsivo y lo casi cómico— revela cómo el lenguaje construye jerarquías y cómo el insulto puede ser también una forma de literatura.