Celis: celestino del desorden

noviembre 27, 2025

Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, vicepresidente primero del Congreso de los Diputados desde la XV Legislatura, sevillano nacido en 1970, ha ejercido la presidencia de las sesiones aplicando el reglamento limitando la capacidad de intervención y visibilidad parlamentaria de Vox y, en menor medida, del PP.

Exteniente de alcalde en Sevilla, donde gestionó Presidencia, Hacienda y hasta Urbanismo, su carrera política huele a enchufes familiares: la UCO investiga contratos a dedo en empresas municipales para esposas de allegados socialistas durante su etapa, como Marian Capón, sin oposiciones ni sonrojos.

Celis. Celestino del desorden

Este apelativo tiene un juego de palabras con varios significados. Por un lado, celestino remite literalmente al nombre Alfonso Rodríguez Gómez de Celis. Pero además tiene resonancias literarias y semánticas asociadas a la Celestina de Fernando de Rojas, personaje que es una alcahueta o conciliadora de conflictos amorosos, lo que da una connotación irónica de alguien que en vez de traer orden, facilita líos y trifulcas.

La idea de del desorden calza con esa caricatura literaria donde Gómez de Celis parece más un instigador de conflictos y un árbitro caótico en el hemiciclo, incapaz de imponer ordenamiento o justicia. Así, celestino del desorden pinta a un personaje que en lugar de pacificar y portar la vara correcta del poder institucional, prefiere exacerbar desórdenes, arbitrar a favor de su grupo y mantener un clima de confrontación y vetos arbitrarios

Broncas y gritos

Sus broncas son legendarias y factuales: en marzo de 2025, protagonizó un follón monumental con Miguel Tellado (PP) por la ley de desperdicio alimentario, negándole la palabra pese a invocaciones reglamentarias, lo que desató golpes en mesas, gritos de dictadura y prevaricación desde la bancada popular. No contento, retiró palabras a Vox por filoetarra (argumentando que ETA desapareció en 2011, como si los fantasmas no acecharan), y censuró a quien se puso por delante por llamar criminales a socialistas implicados en escándalos, tachado de cacicada por la oposición.

En 2022, se produjo una controversia en la que el vicepresidente del Congreso, haciendo un uso partidista de su cargo, como siempre, intentó retirar ciertas expresiones de Vox que fueron interpretadas como críticas hacia María Jesús Montero, aunque esas manifestaciones no eran en absoluto insultos machistas, como se llegó a difundir.​​

¿Oclócrata, delincuente o domador de leones?

Oclócrata en estado químicamente puro, aunque no delincuente condenado: sus enredos sevillanos han terminado siempre archivados o en fase de investigación, sin que ningún juez haya llegado a imputarlo de forma directa.

Su manera de arbitrar los debates, sin embargo, es rodillo sanchista a plena potencia: ampara vetos gubernamentales irregulares  y deja en papel mojado los reparos del letrado mayor de la Cámara.

Al mismo tiempo, se muestra capaz de denunciar las debilidades que alimentan la corrupción como caldo de cultivo del populismo mientras a su alrededor se acumulan sospechas de tramas familiares y contrataciones a dedo en empresas municipales como Lipasam y Emvisesa.

¿Apto para el cargo? Sobre el papel, su currículum académico —profesor en Sevilla y en la York St. John University— encajaría con un árbitro institucional; en la práctica, en el Congreso se comporta más como domador de fieras que como guardián de la imparcialidad, de la proporcionalidad y del sentido común.

​Celis, con aroma de feria

Socio desde hace 15 años de la caseta Los Mimogas en la Feria de Sevilla —apropiada irregularmente en 2006 por el socialista Alfonso Mir—, Gómez de Celis facilitó la entrada de Santos Cerdán (exnúmero tres del PSOE, ahora en el ojo del huracán por prostitución y mordidas), confirmando lazos íntimos que van de cenas con esposas a favores caseteros.

De ahí se deduce el PSOE sevillano como nido de favores: exgerentes como Rafael Pineda, colocado por él en Lipasam, ahora en la Delegación del Gobierno, tejiendo una red que explica por qué el Congreso parece extensión de la Feria, con más flamenco que voluntad de servicio.

Retrato de Gómez de Celis sonriente en un entorno institucional con tapiz decorativo y butacas rojas

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