La imagen difundida por el Canal 24 horas de RTVE muestra una escena preocupante por partida doble: una barbaridad de fondo —la actuación presuntamente ilegal de un ministro— y una barbaridad de forma —una falta ortográfica en el rótulo informativo.
Ambas, lejos de neutralizarse, se potencian en su efecto corrosivo sobre la confianza pública.
Ocultaciones: la barbaridad de fondo
El titular reza: Marlaska, ante el Europarlamento. Bruselas considera que ocultó ‘pruevas’ clave.
Si esta acusación se sostiene, estaríamos ante una actuación tan ilegítima como ilegal: el ministro del Interior habría ocultado información relevante a una institución europea, vulnerando principios de transparencia y legalidad.
No se trata de una mera controversia política, sino de una posible infracción que afecta al núcleo del Estado de derecho. Que un representante público actúe en contra de la ley que debe custodiar es una forma grave de descomposición institucional.
La barbaridad de forma: pruevas
Pero lo que más llama la atención —y lo que más nos interpela como editores, lingüistas y ciudadanos— es el error ortográfico en el rótulo: pruevas con V. No es un desliz menor. Es una falta elemental, en una palabra clave del titular, emitida por un canal público en horario informativo.
Este tipo de errores no solo denotan descuido: erosionan la autoridad lingüística de RTVE, comprometen su función pedagógica y proyectan una imagen de precariedad profesional. En un contexto donde la televisión pública debería ser garante de corrección y rigor, escribir pruevas en pantalla y mantenerlo sin disculparse, equivale a abdicar de esa responsabilidad.
Quizás esto también influya que a Televisión Española se la conozca más por Televisión Espantosa.
Cuando la forma traiciona el fondo
Lo más inquietante es que ambas barbaridades —la institucional y la comunicativa— se refuerzan mutuamente. Un ministro que presuntamente oculta pruebas y un medio público que no sabe escribir pruebas componen una escena simbólica: la verdad se oculta y el lenguaje se degrada. La forma, lejos de corregir el fondo, lo traiciona.
En tiempos de desinformación, el lenguaje debe ser el último bastión de claridad. RTVE, como medio público, tiene el deber de cuidar cada palabra, cada rótulo, cada signo. Porque cuando el lenguaje falla, todo lo demás se tambalea.
La cosa es que, efectivamente, pretenden que tras tambalearse, se derribe y nos caiga encima de todos… Cosas de socialistas.




