Ablución parece una extraña palabra porque, aunque designa un acto tan cotidiano como lavarse, su uso se ha desplazado hacia registros religiosos y cultos.
En la lengua común se prefiere lavado o limpieza, lo que convierte a ablución en un término especializado, solemne y cargado de resonancias rituales.
Ablución. Etimología
Procede del latín ablutio, -onis, derivado de abluere, que significa lavar para purificar. Está formado por el prefijo separativo ab- (alejar, apartar) y el verbo luere (lavar). La raíz indoeuropea leu- se encuentra también en palabras como lavar, loción o diluvio. En castellano aparece documentado desde la Edad Media, sobre todo en textos litúrgicos.
Significados
En su acepción más general, se refiere a la acción de lavar. Sin embargo, el matiz que lo distingue es el carácter ritual o purificador. En la liturgia católica, por ejemplo, designa la ceremonia en la que el sacerdote limpia el cáliz y se lava los dedos tras la comunión. En plural, abluciones puede referirse al vino y agua empleados en esa purificación.
El diccionario de la RAE contempla cuatro acepciones de ablución, que vienen a ser prácticamente la misma.
Usos religiosos y culturales
- El judaísmo conoce la ablución en el mikvé, baño ritual de pureza.
- El cristianismo la asocia al bautismo, entendido como lavado espiritual.
- En el islam, el wudu y el ghusl son abluciones menores y mayores que preceden a la oración.
- En el hinduismo, los baños en el Ganges constituyen abluciones colectivas con un fuerte sentido de purificación.
Curiosidades
En la literatura del Siglo de Oro, ablución aparece como término solemne vinculado a la pureza espiritual. En la medicina antigua se empleaba para describir lavados terapéuticos.
Hoy se conserva en contextos académicos, religiosos o poéticos, pero rara vez en la conversación cotidiana. Su rareza proviene de que el español común ha desplazado el término hacia registros más simples, mientras que ablución quedó reservado para la liturgia y la erudición.
Ablución. Conclusión
Ablución es una palabra que une lo físico y lo espiritual: lavar no solo como higiene, sino como acto de purificación. Su aparente extrañeza es fruto de su especialización y de su permanencia en ámbitos cultos, lo que la convierte en un término cargado de historia y simbolismo.




