Exordio
En Galería de horrores ortográficos, la imagen reina. A diferencia de otras secciones, aquí el elemento visual no complementa, sino que domina. La realidad fotografiada de estos desastres ortográficos, suele ser tan elocuente que las palabras sobran. Cada imagen es un testimonio de la masacre lingüística que nos rodea, haciendo que cualquier comentario adicional sea redundante. En este museo del espanto gramatical, las fotos hablan por sí solas.
En el caso que hoy nos ocupa no es así del todo. La imagen es elocuente por sí misma pero hay otro factor al que queremos dedicarle un mínimo de atención.
Sabemos que el término con el que titulamos este artículo no está contemplado en el diccionario oficial pero también que ya es hora de que la RAE lo incorpore, pues se trata de un vocablo que existe y cuyo uso está extendido.
Narcolanchas. En la forma
La frase El gobierno atribuye el temporal la presencia de narcolanchas en Sevilla es un ejemplo flagrante de negligencia lingüística que no debería tener cabida en ningún medio de comunicación serio.
El error principal radica en la omisión de la preposición a antes de el temporal. Esta ausencia viola la estructura sintáctica del verbo atribuir, que requiere un complemento indirecto introducido por la preposición a o, como sería en este caso, la contracción al. Sin esta preposición, la oración se convierte en un galimatías incomprensible que atenta contra las normas más básicas de la gramática española.
Por el tenor literal de la frase incorrecta, se entendería que el gobierno está atribuyendo o asignando el temporal a la presencia de narcolanchas, lo cual carece de sentido lógico. Es como si el gobierno estuviera otorgando o adjudicando el fenómeno meteorológico a las embarcaciones del narcotráfico, una idea absurda que evidencia la gravedad del error cometido.
Este tipo de error no solo dificulta la comprensión del mensaje, sino que también puede llevar a interpretaciones erróneas por parte de los lectores. Además, refleja una falta de rigor y profesionalidad por parte del periodista y del medio que lo publica, socavando la credibilidad de la información presentada.
Es imperativo que los profesionales de la comunicación dominen las estructuras gramaticales básicas del español y sean capaces de construir oraciones coherentes y gramaticalmente correctas.
Y en el fondo. Narcolanchas
La frase no solo contiene el error gramatical sino que también revela un intento de manipulación por parte del medio informativo y del gobierno.
Es un ejemplo de cómo las autoridades desvían la atención de su propia incompetencia e inacción contra el narcotráfico. Al culpar al temporal por la presencia de narcolanchas en Sevilla, el gobierno busca eximir de responsabilidad a las fuerzas de seguridad y a sí mismo.
Es particularmente preocupante que el subdelegado del gobierno en Sevilla, Francisco Toscano, intente normalizar esta situación alarmante, afirmando que no es una situación nueva. Esta actitud demuestra una aceptación natural de la impunidad con la que operan los narcotraficantes. ¿Acaso creen que gobiernan a personas incapaces de discernir, al punto de ni siquiera molestarse en disimular su incompetencia o negligencia? ¿En estas manos queremos estar?
La realidad es que la presencia de narcolanchas en pleno centro de Sevilla es un síntoma de un problema mucho más profundo: El apoyo de la administración al narcotráfico o, siendo más indulgentes, la falta de recursos y soportes a las fuerzas de seguridad para combatirlo. El hecho de que la Guardia Civil no cuente con un servicio marítimo en Sevilla es una negligencia (o no) grave que facilita estas actividades ilícitas.
Corolario
Al atribuir la presencia de narcolanchas al temporal, el gobierno no solo minimiza la gravedad del problema, sino que también ignora las denuncias de las asociaciones policiales sobre la falta de medios para luchar contra el narcotráfico. Esta narrativa engañosa busca ocultar años de inacción y políticas ineficaces en la lucha contra el crimen organizado en la región.
En resumen, esta frase es un intento burdo de evadir responsabilidades, culpando a un fenómeno natural por un problema de seguridad pública que requiere una respuesta firme y coordinada del Estado. Es una muestra de la falta de voluntad política para abordar de manera efectiva el narcotráfico en España.