El paciente número uno

marzo 13, 2025

Texto íntegro de El paciente número uno, de Enrique González Tuñón

 

Helman se llamaba. Era un suizo y tuvo, como todos los suizos, vocación de relojero. Pero los amigos, según la opinión de sus padres, acabaron por perderlo e hicieron de él un vago sin compostura. Andaba corriendo la liebre, trampeando aquí y allá, sin domicilio fijo y con hambre de lobo. A cualquier hora que lo invitaran a tomar un café, decía:
-Prefiero un plesiosaurio.
Llamaba así a unos bifes que parecían el mapa de España y que servían, por poca plata, en el Puchero Misterioso.
Nunca dejaba de decir al amigo que llegaba:
-Che, ¿pagas un plesiosaurio?
Le quedó el nombre de Plesiosaurio.
Cuando dejó de frecuentar nuestra compañía, supusimos que se había marchado a la Patagonia, en busca de un homónimo. Pero no fue así. Lo encontré en el consultorio de un joven médico amigo.
-¡Hola! – le dije-. ¿Qué te ocurre, Plesiosaurio?
-Aquí me tenés.
-¿Estás enfermo?
-¡Qué esperanza! ¿No ves que estoy trabajando?
-¿Trabajando? ¿Y en qué?…
-Habla bajo, por favor… Trabajando de paciente número uno. Soy el cebo, la carnada, el anzuelo, ¿comprendés?… Este es un médico recién recibido. No tiene pacientes. Necesita hacerse cartel. Es un trabajito liviano. Entro a las tres. Tengo que toser un poco en la puerta. Y salgo a las cuatro v media. Así me gano la vida.

Sobre El paciente número uno

Este cuento se publicó primero en Leoplán el 9 de junio de 1937. Es una obra ingeniosa que refleja la astucia y, también, la picardía características de la narrativa de González Tuñón. A través de la historia de Helman, el plesiosaurio, el autor analiza asuntos como la supervivencia en tiempos difíciles, la inventiva humana y las complejidades de la vida urbana en Buenos Aires.

La trama gira en torno a un acuerdo inusual entre Helman y un médico novato, lo que sirve como una crítica satírica a las prácticas médicas y a la sociedad en general. El autor utiliza así el humor y la ironía para retratar la situación precaria de ambos personajes, quienes se ven obligados a recurrir a este engaño para salir adelante.

Ofrece también una mirada a la bohemia porteña y a los personajes marginales que la habitaban, un tema recurrente para González Tuñón. A través de la figura de Helman, el autor se enfrenta a la transformación de las aspiraciones y los sueños, desde la vocación inicial de relojero hasta la siguiente vida de vagabundo.
En resumen, es una obra que combina humor, crítica social y una gran comprensión de la naturaleza humana, todo característico del estilo literario de Enrique González Tuñón.

Sobre Enrique González Tuñón

Con el objetivo de no alargar en demasía esta entrada y, también, para no duplicar información, les invitamos a leer nuestras efemérides del 10 de marzo, donde encontrarán toda la información sobre este autor.

Leoplán

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