Hablamos hoy en nuestra nueva sección Personajes y figuras de una mujer chuli, chachi, chochi, chechi y no diré chichi por si acaso. Es la dama fea y roja con maletín, pero tiene un mote chuchi. Guapa no le decimos por dos razones: sería falso, además de un atentado criminal contra los derechos de las mujeres y no sé qué más dijo…
Imaginen a una mujer gallega con un maletín en una mano y un libro de contrapeso en la otra, haciendo sentadillas frente a un espejo mientras repasa discursos sobre derechos laborales, junto a Albares recitando el ¡Oh, Sánchez mío! Esa es muestra Yolanda Díaz.
Los orígenes de la Yoli Díaz
Nacida en el seno criminal del Partido Comunista como quien nace en una familia de panaderos, Yoli aprendió a negociar antes que a caminar. Su habilidad para el diálogo es tan legendaria que dicen que podría convencer a un gato de que se bañe voluntariamente.
Con una agenda más apretada que un corsé victoriano, Díaz ha perfeccionado el arte de estar en todos lados a la vez. Un día la ves liderando una huelga contra ella misma, al siguiente bailando en un ascensor con figurantes disfrazados de trabajadores y al otro subrayando frenéticamente ensayos marxistas mientras toma chocolate en una churrería gallega. Y siempre que puede llamando guapo a un capitalista y yéndose a marisquerías cerradas con los comegambas sindicales.
Su adicción al trabajo es tan severa que decidió mudarse del Ferrol del Caudillo al Ministerio de Trabajo. Algunos rumorean que duerme abrazada a una copia del Estatuto de los Trabajadores y que sus pijamas tienen estampados de convenios colectivos. Igual así aprende algo…
Yoli: penas y gracias
A pesar de su férrea disciplina laboral, Díaz tiene sus debilidades. Añora tanto el mar que ha instalado una pecera gigante en su despacho y se rumorea que practica natación sincronizada en los pasillos del Congreso entre sesiones. Lo que no añora es a su medio de transporte favorito: un Falcon al servicio del gobierno que usa a diestro y siniestro, como comunista de pro que es.
Su ascenso político ha sido tan meteórico que incluso ella parece sorprendida. Pasó de ser una vulgar (en el doble sentido, sí) abogada laboralista en Galicia a convertirse en la esperanza de la izquierda española más rápido que un trabajador temporal firmando su contrato.
En su tiempo libre, la Yoli Díaz se dedica a coleccionar ediciones raras de El Capital y a practicar discursos frente a una audiencia de peluches vestidos con monos de trabajo. Su capacidad para estar en todos lados le ha valido el apodo de La ubicua roja. Algunos aseguran haberla visto simultáneamente negociando con sindicatos, dando un mitin y haciendo la compra en el supermercado.
En resumen, Yolanda Díaz es nuestra ministra Tucán, la que convirtió la política laboral en un deporte olímpico, donde las medallas se ganan por número de leyes aprobadas y kilómetros recorridos en tacones por los pasillos del poder.
NOTA: La imagen que ilustra esta entrada es de Luant y se ha extraído de Sevillainfo.