¡Prepárense para el espectáculo político más peculiar de España! Perdón, quiero decir uno de muchos. Les presento a Ernest Urtasun, el ágrafo ministro de cultura que parece salido de una comedia surrealista: el ministro que fundamenta todo su bagaje cultural en la ideología (criminal, por cierto, comunista) y por eso anda siempre perdido, perdido. A las barricadas ya irán los ignorantes de la chusma, yo a la cultura dicen que comentó una tarde, en el barcelonés barrio de Gracia, entre vodkas y güisquis de los caros.
Urtasun el progre
Nacido en 1982 en Barcelona, este joven prodigio de la izquierda comenzó su militancia política a sus 15 añitos. ¡Mientras otros adolescentes coleccionaban cromos, él ya soñaba con cambiar el mundo!
Pero aquí viene el giro argumental: ¡Es nieto de un falangista condecorado por Franco! Imaginen las cenas familiares navideñas… Su abuelo Jesús Urtasun Sarasibar, un destacado falangista navarro combatió en el bando nacional durante la Guerra Civil Española. Fue herido gravemente en el frente de Guipúzcoa en junio de 1937, lo que le valió la Medalla de Sufrimientos por la Patria otorgada por la Falange Española Tradicionalista y de las JONS.
Nuestro héroe decidió estudiar Economía, probablemente para entender cómo financiar la revolución. Luego se hizo diplomático, quizás para aprender a negociar con aliens en caso de invasión extraterrestre.
En otro giro digno de una telenovela política, Urtasun pasó de ser asesor en el Parlamento Europeo a eurodiputado. ¡Ascenso meteórico! Pero no contento con conquistar Europa, decidió volver a España para ser ministro, o algo así, de lo que no se necesita ministerio más que para delinquir.
El ministro
Como ministro de Cultura, Urtasun ha demostrado tener un talento especial para la controversia:
- Declaró la guerra a los marcos coloniales de los museos. ¡Cuidado Velázquez, vienen a por ti!
- Es un férreo antitaurino en un país donde los toros son cultura. ¡Olé por la polémica! ¡Ojo, que Goya puede enfurecer! Y hasta Picasso…
- Declinó asistir a la reapertura de Notre Dame de París. ¿Quién necesita ver una catedral cuando puedes quedarte en casa viendo Netflix?
- Y el colmo de la ironía y la estupidez: es un firme defensor de la Leyenda Negra. Solo por eso demuestra tanto su ignorancia supina como la maldad que le corroe.
¡Y pensar que todo comenzó en el patio de un colegio francés en Barcelona! No cabe, sin embargo, parafrasear con este hombrecito a Sazatornil en La escopeta nacional: ¿usted es tonto por ser comunista o es comunista por ser tonto? No cabe porque eso era para la plebe y nuestro Urtasun es clase dirigente, con galones de mando. En resumen, este hombrecillo despeinado es una prueba viviente de que en política, la realidad supera a la ficción.
¡Ay, aquellos tiempos en los que los ministros eran gentes culturalmente sólidas, con experiencias vitales y profesionales y buenas intenciones! En hablarydecir.com esperamos que vuelvan para que aún se pueda levantar todo lo que estos están derrumbando.
NOTA: La espantosa imagen que nos acompaña, procede y se ha obtenido de decine.com