Nobleza obliga: debemos comenzar reconociendo que no estamos siendo justos con doña Diana Morant. Al menos aquí se admite —cosa que ella y sus colegas no suelen hacer cuando buscan fascistas bajo las alfombras para justificar sus tropiezos—. ¿Motivo? Simple: en el reparto de despropósitos gubernamentales, Morant no se conforma con un papel secundario. Es protagonista absoluta (y eso que la competencia es feroz, con Urtasun rediseñando la cultura a martillazos y Bustinduy repartiendo rentas básicas como si fueran folletos). Pero ella lleva el método al ministerio: entre el caso Koldo que le salpica, su batalla dialéctica con Tellado (¡Cállate, que soy ministra!) , y su gestión del CNIO —donde convirtió un centro oncológico de élite en un culebrón de denuncias—, la ministra de Ciencia ha logrado lo imposible: que sus meteduras de pata sean material sujeto a revisión por expertos. Pero no es la única, no.
Diana Morant: La ministra de meter la pata
Ingeniera de Telecomunicaciones, alcaldesa de Gandía (donde aprendió que una ordenanza municipal no es un manual de I+D+i), y ministra de Ciencia, Innovación y Universidades. Diana Morant, valenciana de pro, es el perfecto ejemplo de cómo un currículum técnico no siempre te salva de ser un pato mareado en política.
Meteduras de pata memorables
- La ciencia es como el jamón: cuanto más la cortas, más fina queda (2022). Frase real en un acto sobre investigación. No sabemos si hablaba de láseres o de tapas, pero dejó claro que la analogía no es su fuerte.
- El reinvento de la Universidad. Bajo su mandato, el caos en la aplicación de la Ley Orgánica del Sistema Universitario ha dejado a profesores y alumnos más perdidos de lo que estaban. Prometió acabar con la precariedad, pero muchos investigadores siguen trabajando con contratos inestables.
- El desahucio de Gandía (2024). Como alcaldesa, impidió un desahucio judicial (¿prevaricación?) para proteger a una familia. El juez archivó el caso por prescripción, pero dejó claro que su gestión fue más que irregular.
- Feijóo moverá ficha… o la moveremos nosotros (2025). Cuando el PP valenciano ardía, Morant amenazó con una moción de censura fantasma que nunca existió. Finalmente, su estrategia fue pedir elecciones… que nadie convocó. La ministra que jugó al ajedrez con fichas de parchís.
- La batalla del CGPJ. Anunció refuerzos judiciales para la DANA valenciana sin consultar al CGPJ, que la reprendió en público: Los jueces no son personal de laboratorio, señora ministra.
- Y lo mejor es que, pese a todo, sigue repitiendo lo de ¡soy la primera universitaria de mi familia!
Ministra de meter la pata y oclócrata
Morant parece gobernar por titulares más que por planes. Su gestión en Valencia (donde hasta los zafios de Compromís le roban protagonismo) y su tendencia a improvisar soluciones (como el programa María Goiry, que aún no ha cuajado) la pintan como una líder más reactiva que estratégica.
¿Capacidad para el cargo? Tiene méritos técnicos, pero su torpeza, su odio, su ignorancia y las directrices del número uno la ha convertido en la diana de las críticas.
Curiosidades
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Es la primera mujer al frente del PSPV-PSOE, pero su liderazgo es tan frágil que hasta la delegada del Gobierno le come terreno.
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Le encantan los actos con bata blanca, aunque aún parece más cómoda en un plató que en un laboratorio.
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En su cuenta de Twitter, combina hilos sobre ciencia con memes políticos de dudoso gusto y nula inteligencia.
- Dice no conocer apenas al exministro socialista (número 2) Ábalos. De ahí la foto…
Ministra de meter la pata. Conclusión
Morant no es un experimento fallido de Sánchez: es un catálogo de errores con firma monclovita. Su gestión en Valencia —derrotas internas, mociones de censura fantasmas y el fiasco reconstructivo post-DANA— es el reflejo local de una tendencia nacional. Basta ver el desplome en la ejecución de fondos europeos (apenas el 26.6 % según la Intervención General del Estado) o los PERTE abandonados (como el del vehículo eléctrico) para entender que el problema no es ella, sino el manual de instrucciones que le dieron: improvisación, titular fácil y ninguna autocrítica. Sánchez, Morant y compañía comparten ADN político: prometen innovación y entregan chapuzas.
(¡Y ojo! Que con este currículum, aún podría acabar patentando la vacuna contra el sentido común). Oclócrata y corrúpata, pero mindundi.