Antonio de Álvaro fue un Personaje y figura crucial en la historia de la gastronomía europea, especialmente en la introducción y difusión del chocolate.
Antonio de Álvaro, abad y pionero
Natural de Villel de Mesa (Teruel), fue abad trienal del Monasterio de Piedra, uno de los monasterios más emblemáticos de Aragón y de la Orden del Císter, durante los periodos 1531-1533 y 1535-1537. Su vida, ligada a este enclave religioso y arquitectónico, marca un capítulo fundamental en la cultura culinaria europea.
El Monasterio de Piedra
El Monasterio de Piedra se fundó en el siglo XII, en un contexto de repoblación y expansión cisterciense por la Península Ibérica. A lo largo de los siglos, fue un hervidero de vida monástica austera, disciplina espiritual y avances en agricultura y gastronomía. Antonio de Álvaro destacó allí como líder espiritual, pero su legado trasciende lo religioso por su vinculación con un producto que revolucionaría el continente: el chocolate.
Puente entre continentes
La historia lo recuerda por haber recibido de mano de Fray Jerónimo de Aguilar, otro monje cisterciense y conquistador que estuvo en México con Hernán Cortés, un saco de semillas de cacao junto con la receta del xocolatl, bebida sagrada para los aztecas.
Este envío, que llegó al Monasterio de Piedra en 1534, fue el punto de partida para que Antonio de Álvaro y su comunidad de monjes comenzaran a preparar por primera vez en Europa el chocolate líquido. Su sensibilidad y capacidad de innovación los llevó a transformar la amarga bebida tradicional mesoamericana, añadiendo azúcar, canela y vainilla para adaptarla al paladar europeo.
Cuna del chocolate europeo
Este acontecimiento fue un hito que convirtió al Monasterio de Piedra en la cuna europea del chocolate y estableció un vínculo histórico y cultural entre América y Europa a través de este manjar. De este modo, Antonio de Álvaro no solo fue un abad sino un pionero en la gastronomía, cuyo nombre queda vinculado a la historia de uno de los alimentos más populares del mundo.
Antonio de Álvaro. Herencia
Su vida refleja el espíritu de apertura y la curiosidad que caracterizaron a ciertos monjes del Renacimiento, capaces de integrar conocimientos de mundos distintos para enriquecer su entorno. Antonio de Álvaro, desde la tranquilidad y austeridad de su monasterio, inauguró un legado que sigue vigente en las mesas de todo el mundo.
Un personaje a recordar
En suma, Antonio de Álvaro es un personaje que merece recordarse no solo por su rol espiritual y administrativo en el Monasterio de Piedra, sino también por su contribución clave a la historia cultural y culinaria de Europa, al hacer posible que el chocolate, ese alimento de los dioses, encontrara su hogar en tierras aragonesas.
Este recorrido por su vida y su obra nos invita a mirar ese monasterio con otros ojos, como un lugar donde convergieron historia, espiritualidad y sabor en una mezcla única.




