Un término técnico y filosófico y, a la vez, una valiosa práctica para la vida: eso es la ataraxia, tan difícil de rescatar del olvido como de poner en práctica día a día.
Ataraxia. Etimología
Estamos ante un concepto filosófico de origen griego que designa un estado de serenidad, imperturbabilidad y equilibrio interior. La palabra proviene del griego antiguo ἀταραξία, formada por el prefijo a- (sin) y tarakhé (turbación, agitación), por lo que su significado textual es ausencia de turbación o de inquietud. Este término aparece ya en la obra de Hipócrates y fue desarrollado especialmente por filósofos como Demócrito, Epicuro, los estoicos y los escépticos, como los pirronistas.
Significado y desarrollo filosófico
En la filosofía helenística, la ataraxia se convirtió en un ideal central. Para los epicúreos, representaba la meta última de la vida, alcanzada mediante la eliminación del dolor físico y mental, la moderación de los placeres y la superación de los miedos, especialmente el miedo a los dioses y a la muerte. Para los estoicos, la ataraxia era consecuencia de vivir conforme a la razón y la naturaleza, diferenciando entre lo que depende de uno mismo y lo que no, y aceptando con ecuanimidad los avatares del destino. Los escépticos, por su parte, veían en la suspensión del juicio y la renuncia a las certezas dogmáticas el camino para alcanzar esa tranquilidad del ánimo.
Uso cultural y ejemplos
Culturalmente, la ataraxia se vincula con la búsqueda de la paz interior y la felicidad, entendidas no como ausencia de dificultades externas, sino como una disposición del ánimo que permite afrontar la vida con calma y fortaleza.
Ejemplos de ataraxia pueden encontrarse en la actitud de un sabio que no se deja arrastrar por las pasiones, ni se perturba ante la adversidad, manteniendo siempre la serenidad. Otro: en un colapso de tráfico, una persona con ataraxia no se deja llevar por la impaciencia o el enfado, sino que acepta la situación, se centra en lo que puede controlar y aprovecha el momento para escuchar música o reflexionar.
Ante críticas en el trabajo, quien cultiva la ataraxia evalúa si la crítica es útil y, si no lo es, la deja pasar sin que altere su ánimo. Del mismo modo, si un vuelo se retrasa, en vez de frustrarse, la persona serena aprovecha el tiempo para leer o descansar, reconociendo que no puede cambiar la situación.
Ataraxia en la actualidad
Aunque el término no es de uso común fuera del ámbito filosófico, sus principios se reflejan en prácticas modernas como el mindfulness, la meditación y ciertas corrientes de la psicología, que buscan el equilibrio emocional y la aceptación de lo que no se puede controlar.
La ataraxia es, pues, un ideal de serenidad y fortaleza interior, que ha influido en distintas tradiciones filosóficas y sigue vigente como modelo de bienestar y equilibrio personal. En España y en la actualidad mucho debemos poner en práctica la ataraxia: un gobierno enfermo, criminal y negacionista de la ciencia nos la exige a todas las horas del día.