Manuel Chaves, sevillano de verbo largo y gesto solemne, fue durante décadas uno de los rostros más reconocibles del socialismo andaluz. Su carrera política se parece a esas procesiones interminables: siempre al frente, con paso lento, pero sin perder el sitio.
Gobernó Andalucía desde 1990 hasta 2009, un récord de permanencia que lo convirtió en presidente perpetuo de facto, más por inercia que por entusiasmo ciudadano.
El notario de humo
Durante sus casi dos décadas al frente de la Junta de Andalucía, Chaves fue un maestro de la retórica que certificaba con gravedad lo evidente, como si cada frase fuera un acta notarial. Sin embargo, detrás de esa solemnidad, muchas de sus palabras se desvanecían sin concreción, como humo que se esfuma tras el discurso.
En el caso de los ERE, donde la justicia lo condenó por prevaricación, quedó patente que el notario no certificaba milagros sociales, sino un sistema irregular de ayudas públicas.
Cositas de Chaves
- El discurso eterno: era famoso por sus intervenciones largas, a veces tan circulares que los periodistas bromeaban con que empezaba hablando de economía y acababa en meteorología.
- El caso de los ERE: aunque él siempre negó responsabilidad directa, su nombre quedó ligado al escándalo de los expedientes de regulación de empleo fraudulentos en Andalucía. En 2019 le condenó el Tribunal Supremo a nueve años de inhabilitación por prevaricación, lo que lo situó en la historia política como un ejemplo de cómo la retórica no basta para tapar la gestión delictiva.
- Su verbo resbaladizo: en más de una ocasión, sus declaraciones se interpretaron como evasivas o ambiguas, lo que le granjeó fama de político que hablaba mucho sin decir nada.
¿Oclócrata? ¿Delincuente?
- Oclócrata: claro, aunque Chaves más bien representó el poder de la maquinaria partidista. Su estilo era el de mantener el orden interno del PSOE andaluz, más que trabajar por el bienestar de los andaluces.
- Delincuente: jurídicamente, fue condenado por prevaricación en el caso de los ERE, lo que lo convierte en un político con sentencia firme. No fue condenado por enriquecimiento personal, pero sí por haber permitido un sistema irregular de ayudas públicas. Delincuente.
Curiosidades
- Fue ministro de Trabajo en los años 80, antes de convertirse en presidente andaluz.
- En su juventud militó en el Partido Socialista Popular, antes de integrarse en el PSOE.
- Su longevidad política lo convirtió en un referente institucional, pero también en símbolo de la Andalucía inmóvil, donde el poder parecía hereditario.
Chaves. Conclusión jocosa
Imaginemos a Chaves como un maestro de ceremonias de feria, capaz de inaugurar una caseta con la misma solemnidad que un parlamento. Su figura se asemeja a un busto de mármol que, sin embargo, se agrieta cuando se recuerda el caso ERE. Habla con la cadencia de un sermón, pero sus palabras se evaporan como humo de incienso: mucho rito, poca sustancia.
Es el ejemplo perfecto de cómo un político puede pasar de ser el patriarca de un territorio a convertirse en el protagonista involuntario de un sainete judicial. Su caricatura sería la de un hombre que quiso ser notario de milagros sociales y acabó recordado como administrador de milagrón: mucho aspaviento, nula transparencia.




