Tratamos hoy del caso de un criminal que, en la actualidad, está en libertad, con todo lo que conlleva. Sin embargo sigue encerrado en nuestra prisión de seguridad de Criminales y otros delincuentes.
El caso del asesino de la catana marcó un antes y un después en la criminología española: un menor de edad que, en abril del año 2000, asesinó a sus padres y a su hermana en Murcia. El suceso abrió un debate sobre la ley del menor y la reinserción.
Origen personal y familiar
José Rabadán Pardo nació en Murcia en una familia trabajadora, sin antecedentes de violencia ni desestructuración aparente. Su padre, aficionado a las artes marciales, le regaló la catana que acabaría convirtiéndose en el arma del crimen. La madre era descrita como cariñosa y protectora y la hermana pequeña, con síndrome de Down, representaba un vínculo afectivo especial dentro del hogar.
El entorno social lo percibía como un adolescente tímido, reservado y educado. Sin embargo, en los meses previos al crimen se produjeron señales de ruptura: abandono de los estudios, intentos de fuga del hogar y una creciente fascinación por las armas blancas y las artes marciales.
Asesino de la catana. Perfil
La vida cotidiana de Rabadán mostraba contrastes. Por un lado, mantenía una apariencia de normalidad, con amistades y aficiones comunes. Por otro, se aislaba en su habitación, cultivando un interés obsesivo por las armas y por un imaginario violento que no compartía con su entorno. Este contraste entre la fachada social y la intimidad perturbada fue clave para entender la sorpresa que causó el crimen.
Sus crímenes
La madrugada del 1 de abril de 2000, con apenas 16 años, Rabadán asesinó a su padre con la catana que este le había regalado. Después atacó a su madre y finalmente a su hermana pequeña. El triple crimen, cometido en el barrio de Santiago el Mayor de Murcia, lo describieron los investigadores como brutal y ritualizado: cuerpos mutilados, sangre esparcida y una violencia desproporcionada para un entorno familiar sin antecedentes de conflicto grave.
¿Qué adujo Rabadán? No fui yo, la catana bajó sola.
El caso se convirtió en el primer gran delito juzgado bajo la nueva Ley del Menor, aprobada meses antes, lo que añadió un componente jurídico de enorme relevancia.
Consecuencias
La condena fue de seis años de internamiento en un centro de menores y dos años de libertad vigilada. La sociedad española debatió intensamente sobre la proporcionalidad de la pena y la capacidad de reinserción de un joven que había cometido un crimen tan atroz.
Con el paso de los años, Rabadán cumplió su condena y logró rehacer su vida. Hoy vive en libertad, está casado y tiene una hija. Ha declarado públicamente que busca ser recordado por su proceso de reinserción más que por el crimen, aunque reconoce que la sombra de aquel acto lo acompañará siempre.
Asesino de la catana. Resonancias
El asesino de la catana se convirtió en un símbolo mediático de la violencia juvenil y de los dilemas de la justicia penal en España. Documentales, entrevistas y reportajes han revisado el caso, subrayando la paradoja de un adolescente aparentemente normal que se transformó en protagonista de uno de los crímenes más recordados de la historia reciente.
En definitiva, el caso de José Rabadán no solo fue un suceso criminal, sino un espejo de las tensiones sociales y jurídicas en torno a la juventud, la violencia y la reinserción.




