En marzo de 1579, Alejandro Farnesio, duque de Parma y gobernador de los Países Bajos, inició uno de los asedios más emblemáticos de la guerra de los Ochenta Años: la toma de Maastricht. Esta ciudad, estratégicamente situada a orillas del Mosa y enclave comercial, se había rebelado contra Felipe II en 1578, uniéndose a las Provincias Unidas. Su conquista sería decisiva para consolidar el poder español en la región.
El sitio de Maastricht. Contexto
Tras la Paz de Arras (1579), que dividió a las provincias neerlandesas entre católicas (leales a España) y protestantes (rebeldes), Farnesio centró sus esfuerzos en aislar a los focos calvinistas. Maastricht, bajo el mando del gobernador Sebastián Tapino (designado por Guillermo de Orange), controlaba rutas fluviales vitales y servía de refugio a tropas rebeldes. Su caída permitiría a España asegurar el flanco sur y avanzar hacia Amberes.
Preparativos y fuerzas enfrentadas
Ejército español
- 40.000 hombres (según la muestra del 28 de julio de 1579), incluyendo tercios veteranos, caballería valona y artillería al mando del conde Barlamont.
- 48 piezas de artillería gruesa, 3 culebrinas y 500 quintales de pólvora transportados por el Mosa desde Namur.
Defensores
- 14.000 soldados y milicias urbanas, apoyados por ingenieros que reforzaron murallas medievales con baluartes modernos.
- El río Mosa dividía la ciudad en dos sectores, obligando a Farnesio a desdoblar sus fuerzas.
El sitio de Maastricht. Asedio
El 8 de marzo, Farnesio y Cristóbal de Mondragón establecieron su cuartel en el castillo de Petrejor. Los españoles emplearon tácticas innovadoras:
- Minería subterránea. Excavaron túneles para colocar minas bajo las murallas, pero los defensores contraatacaron inundando las galerías.
- Artillería masiva. Las baterías bombardearon sin descanso, abriendo brechas en el sector norte.
- Torres de asalto. Construyeron estructuras móviles para proteger a los zapadores.
- La resistencia fue feroz. Tapino organizó salidas nocturnas y usó cañones de retrocarga para repeler asaltos. En abril, una epidemia afectó a Farnesio, ralentizando las operaciones.
La caída y el saqueo
El 29 de junio, tras 113 días de sitio, los tercios irrumpieron por una brecha cerca de la puerta de Bruselas. La orden de sacrificio general —habitual en asedios prolongados— desencadenó un saqueo de tres días:
- Víctimas civiles. Fuentes neerlandesas hablan de 30.000 habitantes, con solo 400 supervivientes, aunque cifras realistas como las de Christoffel d’Assonleville reducen el número a 800-4.000 muertos.
- Castigo ejemplar. Farnesio permitió el pillaje para aplacar a las tropas, impagas desde meses atrás.
Sitio de Maastricht. Consecuencias históricas
- Control del Mosa. España mantuvo Maastricht hasta 1632, usando su puerto para aprovisionar ejércitos en el norte.
- Gloria para Farnesio. La victoria cimentó su reputación como estratega, allanando el camino para la reconquista de Amberes (1585).
- Propaganda protestante. El saqueo alimentó la leyenda negra española, siendo inmortalizado en grabados como símbolo de crueldad católica.
Aspectos militares
El sitio destacó por:
- Sinergia de armas. Combinación de artillería, ingenieros e infantería pesada.
- Logística avanzada. Uso del río Mosa para transportar cañones desde Namur.
- Psicología de guerra. Farnesio explotó el miedo mediante ejecuciones públicas de prisioneros.
Maastricht en la memoria colectiva
Aunque eclipsado por el sitio de 1673, el de 1579 simboliza el apogeo de los tercios. Hoy, una placa en la Onze Lieve Vrouwewal recuerda la brecha final, mientras que el Tratado de Maastricht (1992) ha opacado su pasado bélico. Sin embargo, para los historiadores militares, este asedio sigue siendo un manual de guerra en la era de la pólvora.