En la décima entrega de nuestra recopilación de Académicos RAE nos ocupamos del titular del sillón «l» desde noviembre de 1994.
Emilio Lledó. Su trayectoria
Emilio Lledó Íñigo nació en Sevilla en 1927 y es uno de los filósofos españoles más destacados de su generación. Su formación comenzó en la Universidad de Madrid, donde se licenció en Filosofía en 1952. Posteriormente, amplió sus estudios en la Universidad de Heidelberg (Alemania) gracias a una beca de la Fundación Alexander von Humboldt, donde tuvo contacto con figuras fundamentales de la filosofía alemana de posguerra como Hans-Georg Gadamer, Karl Löwith y Otto Regenbogen, quien le orientó hacia la filología clásica. Esta etapa fue decisiva para su desarrollo intelectual y su enfoque filosófico, especialmente en torno al lenguaje y la hermenéutica.
Su carrera docente se desarrolló tanto en Alemania como en España. Fue lector en la Universidad de Heidelberg y, tras su regreso a España, obtuvo la cátedra de Fundamentos de Filosofía e Historia de los Sistemas Filosóficos en la Universidad de La Laguna. Más tarde, ejerció como catedrático de Historia de la Filosofía en la Universidad de Barcelona y, finalmente, en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) en Madrid, donde también fue vicerrector. Su labor académica se caracterizó por su gran interés en el lenguaje como vehículo esencial del pensamiento y la filosofía, buscando una semántica filosófica que conectara la abstracción del pensamiento con sus condicionantes materiales.
A lo largo de su trayectoria, Emilio Lledó ha recibido numerosos reconocimientos, entre ellos el Premio Nacional de Ensayo en 1992 y el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2015, este último otorgado por su contribución a la filosofía como meditación sobre el lenguaje y su defensa de las humanidades y la educación. Además, ha sido distinguido con doctorados honoris causa y medallas de mérito en investigación y educación universitaria, así como en las Bellas Artes.
Emilio Lledó en la RAE
Es académico de número desde su elección en 1993, ocupando el sillón «l», sustituyendo a Joaquín Calvo-Sotelo. Tomó posesión el 27 de noviembre de 1994 con un discurso titulado Las palabras en su espejo, al que Francisco Rodríguez Adrados respondió en nombre de la corporación. Durante su etapa en la RAE, desempeñó cargos como vocal de la Junta de Gobierno (1996-1998) y bibliotecario (1998-2006), funciones que ejerció con compromiso y dedicación. Su incorporación a la Academia supuso un reconocimiento a su trayectoria filosófica y su dedicación al estudio del lenguaje y la cultura españolas.