En 1781, un manuscrito veneciano de la Ilíada reveló escolios que revolucionaron cómo leemos a Homero. Estos comentarios, aparentemente marginales, son la esencia de un término parcialmente olvidado: el escolio. ¿Qué tienen en común un monje bizantino del siglo IX, un filósofo colombiano anticomunista y un algoritmo de IA? Todos han usado -o necesitado- este artefacto intelectual: notas que son bombas de relojería en los márgenes de la historia.
Escolio. Etimología y significado
Tiene sus raíces en el griego σχόλιον (skholion), que significa nota breve o comentario. Este término evolucionó al latín como scholium y está vinculado a σχολή (skholḗ), vocablo que originalmente aludía al ocio o tiempo libre dedicado al estudio, y que más tarde derivó en conceptos como escuela y escolástico. Esta conexión refleja su función primordial: anotaciones críticas nacidas del análisis reposado de textos.
La RAE define escolio en su diccionario como la nota que se pone a un texto para explicarlo. Por tanto, escolio es una nota explicativa breve escrita al margen o entre líneas de un manuscrito antiguo para aclarar pasajes oscuros. Por ejemplo, los escolios homéricos del siglo IX desentrañaban metáforas complejas en los poemas épicos. Más allá de su uso filológico, el término adquirió una dimensión literaria en el siglo XX: el pensador colombiano Nicolás Gómez Dávila lo transformó en un género de aforismos filosóficos independientes que dialogan con textos implícitos, como en su obra Breviario de escolios, donde combina ironía y erudición para criticar la modernidad.
Escolio. Usos
En la tradición académica clásica, los escolios fueron herramientas esenciales para la exégesis de textos. Los scholia vetera de Homero o los Scholia Bobiensia a Juvenal (siglo VI d.C.) ejemplifican su papel pedagógico. En la literatura moderna, Gómez Dávila los empleó como dardos críticos contra ideologías dominantes, con frases como: El demócrata no perdona que existan superiores. Aunque el término es marginal en el habla cotidiana, persiste en círculos especializados como sinónimo de comentario técnico o reflexión condensada.
Curiosidades
Los escolios medievales solían servir como herramientas de censura: monjes copistas adaptaban pasajes paganos para alinearlos con la doctrina cristiana. Un hallazgo relevante fueron los escolios venecianos a la Ilíada, descubiertos en 1781 por Jean-Baptiste-Gaspard d’Ansse de Villoison que revelaron variantes textuales perdidas durante siglos. Un error común es confundirlos con glosas, aunque estas suelen ser más extensas y menos técnicas. En el Commentum Cornuti (siglo IV d.C.), por ejemplo, los escolios se usaban para enseñar gramática mediante ejemplos prácticos.
Los escolios son pilares de la crítica textual, presentes en ediciones de Homero, Virgilio y la Biblia. En filosofía contemporánea, la obra de Gómez Dávila los reivindica como género autónomo, fusionando brevedad y profundidad. En educación antigua, funcionaban como manuales en miniatura: el escoliasta no solo explicaba, sino que jerarquizaba el conocimiento para guiar a discípulos.
Escolio. ¿Debe rescatarse del olvido?
Merece preservarse en contextos eruditos y literarios por su precisión terminológica y valor histórico. Sin embargo, reintroducirlo en el habla común no es prioritario: su fuerza radica en su nicho especializado, donde sigue siendo insustituible. Un ejemplo es su uso en ediciones críticas digitales, donde escolios interactivos enlazan análisis clásicos con hipertexto, como en la Perseus Digital Library.
Para revitalizar el término, se podría incluir en manuales de redacción académica como término preferente para notas críticas. Promover su uso literario, siguiendo el modelo de Gómez Dávila, en ensayos o columnas de opinión. En el ámbito digital, vincular escolios antiguos con herramientas interactivas permitiría una lectura enriquecida de clásicos, fusionando tradición y tecnología.
El escolio es un superviviente lingüístico: nació para esclarecer, sobrevivió para cuestionar y hoy resiste como testimonio de cómo el pensamiento se construye en los márgenes de los textos. Su inclusión en Rescatando palabras olvidadas no es necesaria , pero su uso es un acto de justicia hacia una herramienta que ha moldeado, en silencio, la historia de las ideas.