Esta misma mañana le he preguntado a un veterano catedrático de Bachillerato de Lengua y Literatura por el significado del término que hoy nos acompaña en Extrañas palabras: feérico. Su respuesta negativa me ha dado aún más motivos para incluir esta entrada y explicar, en la medida de lo posible, su origen, significado, etc.
Feérico. Etimología
La palabra feérico proviene del francés féerique, derivado de fée que significa hada. Su raíz última se encuentra en el latín fatum (destino) y su plural fata, que hacía referencia a las Parcas, las diosas romanas del destino. De esta manera, el término evolucionó desde la idea de fuerzas sobrenaturales que controlan el destino hacia la noción de seres mágicos, como las hadas. En el siglo XIX, el término fue adoptado por el español como un galicismo y se emplea para describir todo lo relativo a las hadas o a lo mágico y sobrenatural.
Significado y usos en la cultura y las artes
El diccionario oficial es escueto en esta entrada: Perteneciente o relativo a las hadas, pero en la actualidad se usa también para describir ambientes, seres o fenómenos mágicos o irreales, aunque no haya hadas explícitas. En literatura, lo feérico está presente en cuentos clásicos como La Bella Durmiente, donde las hadas y sus hechizos son protagonistas. En la fantasía contemporánea, autores como Holly Black abordan mundos feéricos que combinan belleza y peligro, enriqueciendo el género fantástico. La crítica literaria emplea el término para analizar obras con atmósferas mágicas, como El caballero verde.
En las artes visuales, lo feérico se manifiesta en el cine, con películas como El laberinto del fauno que recrean atmósferas oníricas y criaturas híbridas. Con respecto a la pintura, artistas como Richard Dadd representan escenas donde la magia y el caos conviven. En música y teatro, obras como La flauta mágica de Mozart incluyen personajes y elementos feéricos, y la danza utiliza esta estética para crear ambientes de ensueño y misterio.
Curiosidades, simbolismo y presencia histórica
Históricamente, lo feérico ha tenido una dualidad cultural interesante. En la Edad Media, se vinculaba tanto a hadas benignas como a creencias relacionadas con el mundo de los muertos, como la mesnada de Helequin, un cortejo de almas en pena. Lugares legendarios, como el bosque de Brocéliande, son arquetipos de espacios feéricos donde lo mágico y natural se entrelazan. En psicología, Carl Jung interpretó lo feérico como símbolo del inconsciente colectivo, reflejando deseos y temores ancestrales.
En la literatura hispánica, aunque el término no siempre se mencione explícitamente, su esencia está presente en autores como Federico García Lorca y Ana María Matute, así como en leyendas populares españolas e hispanoamericanas que incorporan elementos feéricos reinterpretados.
Feérico. El debate
Algunos lingüistas consideran que feérico es un galicismo que podría reemplazarse por mágico o encantado, pero conserva matices únicos que lo hacen imprescindible en ciertos contextos artísticos y literarios. En la cultura popular actual, como en videojuegos y series de fantasía, lo feérico se asocia con mundos fantásticos poblados por criaturas mágicas y regidos por sus propias leyes.
En definitiva, feérico es un término que sintetiza la tensión entre lo maravilloso y lo ominoso, sirviendo de puente entre la mitología, el arte y la psicología. Su riqueza y versatilidad lo mantienen vigente desde la antigüedad hasta la cultura contemporánea.