La intrusa

junio 23, 2024

Pedro Orgambide

La intrusa. Texto íntegro

Ella tuvo la culpa, señor juez. Hasta entonces, hasta el día en que llegó, nadie se quejó de mi conducta. Puedo decirlo con la frente bien alta. Yo era el primero en llegar a la oficina y el último en irme. Mi escritorio era el más limpio de todos. Jamás me olvidé de cubrir la máquina de calcular, por ejemplo, o de planchar con mis propias manos el papel carbónico.

El año pasado, sin ir muy lejos, recibí una medalla del mismo gerente. En cuanto a esa, me pareció sospechosa desde el primer momento. ¡Vino con tantas ínfulas a la oficina! Además ¡qué exageración! recibirla con un discurso, como si fuera una princesa. Yo seguí trabajando como si nada pasara. Los otros se deshacían en elogios. Alguno deslumbrado, se atrevía a rozarla con la mano.

¿Cree usted que yo me inmuté por eso, señor juez? No. Tengo mis principios y no los voy a cambiar de un día para el otro. Pero hay cosas que colman la medida. La intrusa, poco a poco, me fue invadiendo. Comencé a perder el apetito. Mi mujer me compró un tónico, pero sin resultado. ¡Si hasta se me caía el pelo, señor, y soñaba con ella! Todo lo soporté, todo. Menos lo de ayer. “González -me dijo el gerente- lamento decirle que la empresa ha decidido prescindir de sus servicios”. Veinte años, señor juez, veinte años tirados a la basura. Supe que ella fue con la alcahuetería. Y yo, que nunca dije una mala palabra, la insulté. Sí, confieso que la insulté, señor juez, y que le pegué con todas mis fuerzas. Fui yo quien le dio con el fierro. Le gritaba y estaba como loco. Ella tuvo la culpa. Arruinó mi carrera, la vida de un hombre honrado, señor. Me perdí por una extranjera, por una miserable computadora, por un pedazo de lata, como quien dice.

Sobre La intrusa

Este microrrelato que hoy incluimos en nuestra sección, se publicó en el libro La buena gente en el año 1970.

Estamos en una declaración judicial. El protagonista, un empleado de oficina, se siente amenazado por la llegada de una nueva empleada, que resulta ser una computadora. A medida que la intrusa se integra en la oficina, el protagonista comienza a sentir celos y resentimiento hacia ella, hasta que finalmente es despedido y reemplazado.

Sobre Pedro Orgambide

Pedro Isaac Gdansky Orgambide nació el 9 de agosto de 1929 en Buenos Aires. Desde adolescente, mostró un gran interés por la literatura y la cultura. Entre 1942 y 1945, publicó sus primeros poemas en el periódico Orientación, dirigido por Raúl González Tuñón, con quien compartió amistad.

Orgambide fue un escritor polígrafo argentino. Además de novelas, escribió poesía, teatro, cuentos y obras de no ficción. Opositor a la dictadura, se exilió en México desde 1974 hasta 1983.

Durante su exilio no cesó su actividad literaria, cultural y política. En esos nueve años publicó varias obras narrativas. En 1975 fundó la revista Cambio, junto con Juan Rulfo, Julio Cortázar, Eraclio Zepeda, Miguel Donoso Pareja y José Revueltas. Y en 1981, fundó la editorial Tierra del Fuego junto con otros escritores argentinos. Asimismo, Orgambide fue profesor de Literatura en la Universidad Nacional Autónoma de México.

En 1983 regresó a Argentina, durante el gobierno de Raúl Alfonsín.

Su obra

Orgambide publicó su primer libro, un poemario titulado Mitología de la adolescencia, en 1948. Destacamos entre sus obras: El encuentro (1957); Memorias de un hombre de bien (1964); Cantares de las madres de Plaza de Mayo (1983); Historias imaginarias de la Argentina (1986) y El escriba (1996); Un puritano en el burdel (1997) y Buenos Aires: la novela (2001), entre otras muchas más.

Además, fue un apasionado de la música y escribió los textos y las letras de Eva, el gran musical argentino, dirigido por Nacha Guevara y musicado por Alberto Favero.

Orgambide falleció en Buenos Aires el 19 de enero de 2003, a los 73 años de edad.

La intrusa. Pedro Orgambide

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