Alexandra David-Néel
Texto íntegro de La persecución del maestro, microrrelato de Alexandra David-Néel
Entonces el discípulo atravesó el país en busca del maestro predestinado. Sabía su nombre: Tilopa; sabía que era imprescindible. Lo perseguía de ciudad en ciudad, siempre con atraso.
Una noche, famélico, llama a la puerta de una casa y pide comida. Sale un borracho y con voz estrepitosa le ofrece vino. El discípulo rehúsa, indignado. La casa entera desaparece; el discípulo queda solo en mitad del campo; la voz del borracho le grita: Yo era Tilopa.
Otra vez un aldeano le pide ayuda para cuerear un caballo muerto; asqueado, el discípulo se aleja sin contestar; una burlona voz le grita: Yo era Tilopa.
En un desfiladero un hombre arrastra del pelo a una mujer. El discípulo ataca al forajido y logra que suelte a su víctima. Bruscamente se encuentra solo y la voz le repite: Yo era Tilopa.
Llega, una tarde, a un cementerio; ve a un hombre agazapado junto a una hoguera de ennegrecidos restos humanos; comprende, se prosterna, toma los pies del maestro y los pone sobre su cabeza. Esta vez Tilopa no desaparece.
Sobre La persecución del maestro
Seleccionamos hoy para nuestros Microrrelatos, este de Alexandra David-Néel, que está incluido en la Antología de Literatura fantástica (1940) de Jorge Luis Borges, Bioy Casares y Silvina Ocampo.
La historia cuestiona la validez de la búsqueda externa de conocimiento, sugiriendo que la verdadera comprensión está en la capacidad de reconocer la sabiduría en lo cotidiano y lo mundano. El discípulo, en su afán por encontrar al maestro idealizado, pasa por alto las lecciones que se le presentan en cada encuentro, ilustrando cómo nuestras expectativas y prejuicios pueden cegarnos ante las enseñanzas que nos rodean constantemente.
Desde una perspectiva psicológica, el relato puede interpretarse como una alegoría del proceso de individuación y autoconocimiento. Cada encuentro del discípulo representa una oportunidad de confrontar e integrar aspectos rechazados o no reconocidos de sí mismo. La incapacidad inicial de reconocer al maestro en estas situaciones refleja la resistencia humana al cambio y al crecimiento personal.
El simbolismo del cementerio y la pira funeraria en el desenlace evoca la idea de transformación y renacimiento espiritual. Estos elementos sugieren que la verdadera sabiduría a menudo se encuentra en los lugares y situaciones que la sociedad convencional tiende a evitar o temer.
La persecución del maestro invita a una reflexión sobre la naturaleza de la enseñanza y el aprendizaje espiritual. Cuestiona la noción de que la sabiduría se adquiere pasivamente de un maestro externo, proponiendo en su lugar que el verdadero crecimiento espiritual requiere una apertura constante a las lecciones que la vida presenta en cada momento, por insignificantes o desagradables que puedan parecer inicialmente.
Sobre Alexandra David-Néel
Alexandra David-Néel (24 de octubre de 1868, Saint-Mandé) fue una exploradora, escritora y erudita francesa que vivió entre 1868 y 1969. Su vida la marcó su sed de conocimiento y aventura, especialmente sobre las culturas y filosofías orientales.
Logró ser la primera mujer occidental en entrar en Lhasa, la capital prohibida del Tíbet, en 1924. Para lograrlo, recorrió 2.000 kilómetros a pie por el Himalaya durante cuatro meses, disfrazada de mendiga tibetana junto a su hijo adoptivo, el lama Yongden.
Escribió más de 30 libros sobre religiones orientales, filosofía y sus viajes. Su obra Viaje a Lhasa relata su expedición al Tíbet. Además, fue cantante de ópera, periodista.
David-Néel recibió la medalla de oro de la Sociedad Geográfica de París y fue dama de la Legión de Honor. Nunca disminuyó su espíritu aventurero: a los 100 años, renovó su pasaporte y emprendió un viaje para conocer el Himalaya.
Alexandra David-Néel falleció en Digne-les-Bains (Francia), el 8 de septiembre de 1969, a los 100 años de edad.