En hablarydecir siempre hemos pretendido ponderar las características positivas de la buena gente, que, pese a todo, seguimos creyendo que es mayoritaria universalmente. Aunque nuestro ámbito de actuación fundamental es el de las letras en español, no podemos negarnos a plantear visiones más amplias. Por eso, en su día ya creamos las secciones de Oclócratas (no cabe duda de que estos son otros delincuentes, quizás hasta más peligrosos), Polímatas (donde pretendemos exponer los méritos de personas que sí han servido de verdad a la sociedad desde varios ámbitos) y Personajes y figuras (en la que damos algunas pinceladas sobre individuos históricos que encarnaron méritos llamativos y dignos de ser ponderados).
¿Y la mala gente?
Si pretendiéramos infundir la idea de que solo personas buenas cohabitan con nosotros y lo hicieron con nuestros ancestros, estaríamos cometiendo un error descomunal. En primer lugar, porque con esa afirmación perderíamos toda credibilidad, ya que, quien más quien menos, todos tenemos ojos para observar la realidad que nos acompaña en el baile de la vida.
Por lo tanto, hoy inauguramos esta sección, la de Criminales y otros delincuentes, porque creemos que a los malos también debemos conocerlos; al fin y al cabo, quien conoce el pasado, conoce el futuro. Obviamente, todos los artículos de esta sección se escribirán con un matiz de horror, de rechazo y de odio (de odio, sí, claro) hacia todos estos personajes que tanto daño hicieron a la humanidad.
El criminal tipo
No nos centraremos en criminales españoles o hispanohablantes, ni siquiera en quienes cometieron sus bastardos actos dentro de nuestras fronteras, por lo que nuestra visión será universal tanto en el espacio como en el tiempo.
Intentaremos centrarnos en personajes menos conocidos para el público en general, aunque no descartaremos abordar a delincuentes cuyos crímenes no suelen divulgarse en profundidad. Hablamos del Che Guevara, por ejemplo, del que daremos buena cuenta en su momento.
Hoy comenzaremos por un ilustre criminal desconocido y ocultado, porque a los de la imposición de la memoria sectaria no les interesa que se conozca la historia real. Hablaremos del carnicero de Albacete.