¿Por qué lo de chiqui? Por esta frase suya: Pasarse en un presupuesto es fácil. Lo he dicho siempre, chiqui, son 1.200 millones, eso es poco, eso lo quitas o lo pones en una parte del presupuesto. ¡En fin, pretendió molestar y con chiqui se quedó!
María Jesús Montero: ministra de Hacienda
Si hay una ministra que ha hecho del ¡Aquí no ha pasado nada! un arte, esa es María Jesús Montero. El diccionario debería incluir su foto junto a la palabra desparpajo, porque la sevillana consiguió surfear el mayor escándalo de corrupción de la historia democrática española —el caso ERE— como quien esquiva charcos en la Feria de Abril, eso sí, siempre con una sonrisa y algún chascarrillo populista bajo el brazo.
Sus orígenes y carrera
Montero, que empezó su andadura profesional en la sanidad pública, pronto cambió el fonendoscopio por la calculadora. Como consejera de Hacienda de la Junta de Andalucía, fue testigo privilegiada (y cómplice silente) del saqueo sistemático de las arcas públicas a través de los ERE, ese fondo de reptiles que repartía millones entre amigos, familiares y sindicalistas afines al PSOE. ¿Su papel? Fundamental: jamás reclamó la devolución del dinero robado, a pesar de que la ley la obligaba. Ni una carta, ni un requerimiento, ni nada. Lo suyo era mirar para otro lado mientras la Junta se convertía en una tómbola para los suyos.
La ministra chiqui. ¿Humor o cinismo?
Montero tiene elevado el listón de meteduras de pata verbales y fácticas. Cuando el PP le recordó que el caso ERE sigue siendo el mayor escándalo de corrupción de la historia, ella respondió con un ERE que ERE, mofándose del asunto como si hablara de una chirigota y no de 700 millones de euros desaparecidos. No contenta con eso, ha premiado públicamente a exconsejeras condenadas por corrupción, presumiendo de orgullo por su servicio público. En su universo, la prevaricación y la malversación son poco menos que medallas al mérito socialista.
No faltan tampoco las chapuzas en la gestión: informes de Hacienda exculpando a familiares del presidente Sánchez, emitidos sin firma y solo rectificados tras presión judicial, dejan claro que en su ministerio la transparencia brilla por su ausencia.
Su incapacidad para el cargo
¿Es Montero una oclócrata? Montero es el hada madrina de la oclocracia. Domina el arte de la consigna fácil, el victimismo de manual y la defensa a ultranza de los suyos, aunque hayan saqueado lo público. Su capacidad para asumir el cargo tras el escándalo de los ERE es, como mínimo, cuestionable: no solo no depuró responsabilidades, sino que ha blanqueado y premiado a los condenados.
¿Es tan basta como parece? Basta, sí, pero también astuta: su torpeza es más impostada que real y detrás de cada metedura de pata hay una estrategia de supervivencia política. Lo suyo es la retórica de barra de bar, el guiño al votante desencantado y la defensa numantina del partido, aunque para ello tenga que reescribir la realidad. Ninguna novedad.
Ministra chiqui. Curiosidades y anécdotas
- Ha llegado a decir que el PP no se ha enterado de que el Tribunal Constitucional ha anulado la sentencia de los ERE, cuando en realidad solo ha pedido una nueva sentencia, no la absolución de los condenados.
- Se siente orgullosa de quienes han pasado por la cárcel por corrupción.
- Fue capaz de ironizar sobre el mayor robo a los parados andaluces con un se les acabó el chicle dirigido a la oposición.
Conclusión
Es el ejemplo perfecto de cómo la política española premia la lealtad al partido por encima de la gestión, la ética o la capacidad. Su carrera está jalonada de silencios cómplices, chistes fuera de lugar y una habilidad pasmosa para sortear responsabilidades. Si la oclocracia es el gobierno de los menos preparados, la chiqui ha demostrado ser su mejor embajadora: basta, sí, pero nunca ingenua; populista, pero con olfato para la supervivencia.
Pese a que España sea una sociedad anestesiada por la ignorancia buscada en los planes de estudios desde hace más de 40 años, ¿de verdad nos merecemos gobiernos como este y a tipas como la ministra Chiqui?