Unai Sordo: ministro de Comisiones
(Y que cada cual lo interprete como guste…)
Unai Sordo (Baracaldo, 1972) llegó a la cúspide de Comisiones Obreras tras una larga travesía por los pasillos sindicales, desde la industria de la madera hasta el despacho alfombrado del secretariado confederal. Diplomado en Graduado Social (o eso dice), Sordo es de esos líderes que nunca han pisado una nómina fuera del universo sindical desde que se afilió con entusiasmo juvenil. ¿Vocación o buen olfato para el cargo vitalicio?
Verborrea, vacío y despiste
Si algo caracteriza a Sordo es su capacidad para hablar mucho y decir nada. En entrevistas recientes, ha defendido que el sindicato no es un déspota ilustrado que consigue derechos para el pueblo, es organización. La frase, digna de un manual de autoayuda sindical, deja claro que el líder de CCOO prefiere la asamblea permanente al liderazgo claro. Cuando se le pregunta por la financiación de las fiestas sindicales, Sordo suele mirar al techo: las cuotas de los afiliados no dan para tanto, así que toca recurrir al generoso bolsillo público. ¿Solidaridad obrera o socialización del gasto festivo? Que cada cual saque sus conclusiones.
¿Oclócrata o burócrata?
Sordo es el perfecto ejemplo de oclócrata de manual: siempre pendiente de la asamblea, del consenso, de la pancarta y del trending topic sindical. Pero, en la práctica, su gestión se parece más a la de un burócrata profesional, experto en congresos, comités y comunicados. Bajo su mando, CCOO ha perdido afiliados, pero ha ganado subvenciones y presencia mediática. ¿Aporta algo a la sociedad? Si por sociedad entendemos su círculo de liberados y delegados, sin duda. Para el resto, el sindicato se ha especializado en negociar despidos dignos, gestionar EREs y organizar jornadas de reflexión con cargo al erario.
Curiosidades y paradojas
Pocos saben que Sordo es autor de una novela corta y aficionado a los viajes y la lectura. Eso sí, su mayor aventura ha sido sobrevivir a la guerra interna de CCOO y salir reelegido con porcentajes dignos de república bananera: más del 88 % de los votos en el congreso confederal. ¿Democracia sindical o aclamación a la búlgara? No hay debate.
Dinerito blanco o negro. Sonoro o sordo
Sordo y su sindicato siempre reclaman más fondos públicos para defender a los trabajadores, pero cuando se trata de financiar sus propios actos, las cuotas de afiliados nunca alcanzan. A mí tampoco me llega para comprarme un palacio, podría decir cualquier trabajador, pero la diferencia es que Sordo siempre encuentra una subvención de última hora. Eso sí, la transparencia sobre el destino de esos fondos es tan opaca como una asamblea sindical en pleno agosto.
El ministro de las comisiones. Conclusión
Unai Sordo es el jefecillo de CCOO que ha hecho de la indefinición y el discurso circular su bandera. Capaz de sobrevivir a cualquier tormenta interna, experto en la retórica de la reivindicación y maestro en el arte de no mojarse demasiado.
¿Oclócrata? ¿Burócrata? ¿Simple superviviente? Lo cierto es que, para la mayoría de los trabajadores, su aportación sigue siendo tan nula como sus declaraciones más célebres. Eso sí, para su pandilla, Sordo siempre será el líder… y el animador de la fiesta, aunque la pague otro. ¡Qué bajo caen algunos!