¿Para qué sirve mirar a los ojos cuando hablamos?
No, claro que no basamos nada en ninguna concepción utilitarista, aunque es cierto que el término útil tiene un significado mucho más amplio del que solemos atribuirle. Es decir, no todo debe considerarse útil en un sentido tan amplio y genérico. Por eso, cambiaremos la pregunta:
¿Por qué es bueno mirar a los ojos mientras hablamos?
Mirar a los ojos de los demás mientras se habla cumple varias funciones fundamentales en la comunicación interpersonal. El contacto visual demuestra respeto y atención hacia la persona con la que conversamos; si evitamos la mirada, el interlocutor puede percibir desinterés o falta de sinceridad. Además, mirar a los ojos favorece la confianza mutua y la credibilidad: las personas tienden a considerar más fiables y seguras a quienes mantienen el contacto visual durante una conversación.
La mirada también es una herramienta para transmitir y captar emociones. A través de los ojos se pueden expresar empatía, entusiasmo, enfado o alegría y al mismo tiempo, recibir información sobre el estado emocional del otro, lo que permite adaptar el mensaje y la actitud según la reacción que percibimos. Este intercambio visual facilita la conexión y el vínculo entre los interlocutores, haciendo la comunicación más efectiva y cercana.
Regulación y límites
El contacto visual ayuda a regular la comunicación: sirve para iniciar, mantener o finalizar una conversación, establecer turnos de palabra y captar la atención del otro. Sin embargo, es importante no excederse; una mirada demasiado fija resulta incómoda e inapropiada. Se debe mantener contacto visual de manera natural, alternándolo con breves pausas para no incomodar al interlocutor. Es decir: equilibrio y saber estar.
En resumen, mirar a los ojos mientras se habla es esencial para comunicar interés, respeto, confianza y empatía, además de ser clave para interpretar las reacciones del otro y fortalecer el vínculo interpersonal.