Ramón Mercader

Bien sabemos —al menos quienes nacimos en la época de Franco o de la Transición— que uno de los mejores y mayores pasatiempos de los comunistas siempre ha sido matarse entre ellos. Estrenamos esta sección con el carnicero de Albacete, que no se limitó a asesinar y torturar a los suyos, sino también —y quizá con más fervor malhechor— a sus enemigos.

El criminal que hoy vamos a recordar en Criminales y otros delincuentes, Ramón Mercader, cumple perfectamente con ese pasatiempo.

Ramón Mercader. Orígenes

Ramón Mercader (Barcelona, 1913 – La Habana, 1978) es uno de los criminales españoles más célebres del siglo XX, conocido mundialmente por asesinar al revolucionario ruso León Trotski en México en 1940. Creció en una familia marcada por el activismo político y las tensiones personales. Su madre, Caridad del Río, era una comunista ferviente y figura dominante, que influyó decisivamente en su formación ideológica y emocional. La relación entre ambos fue tan intensa que diversos análisis psicológicos realizados tras el asesinato de Trotski apuntan a la existencia de un fuerte complejo de Edipo en Mercader, lo que sugiere una dependencia emocional y una identificación extrema con la figura materna.

En cuanto a su educación, Mercader tuvo acceso a una formación privilegiada: estudió en Francia y en la Institución Libre de Enseñanza y se desenvolvía con soltura en varios idiomas. Sin embargo, su juventud estuvo marcada por la inestabilidad familiar, el exilio y la radicalización política, todo en un contexto de efervescencia revolucionaria en Europa y España.

Su entorno familiar

El entorno familiar de Mercader, especialmente la influencia de su madre y la ausencia de una figura paterna sólida, contribuyó a forjar una personalidad compleja, capaz de asumir identidades falsas y de guardar secretos con férrea disciplina. Durante el proceso judicial en México, su negativa a revelar su identidad y su silencio respecto al complot soviético se interpretaron como signos de una voluntad férrea y una lealtad absoluta a la causa comunista, pero también como manifestaciones de una personalidad moldeada por la presión familiar y política.

Así, la historia de Ramón Mercader es inseparable de sus circunstancias familiares y educativas: su radicalización no fue solo fruto de convicciones ideológicas, sino también de una dinámica afectiva y psicológica en la que el peso de la madre y el clima de conspiración resultaron determinantes para su destino criminal.

Su actividad criminal

A Mercader le reclutó y entrenó el NKVD, el servicio secreto soviético, en los momentos más tensos de la lucha interna por el poder tras la Revolución Rusa.

Mercader asumió varias identidades falsas, entre ellas la de Jacques Mornard y Frank Jacson, para infiltrarse en el círculo cercano de Trotski. Su acceso definitivo lo consiguió a través de una relación sentimental con Sylvia Ageloff, colaboradora de Trotski, lo que le permitió ganarse la confianza del exiliado ruso. El 20 de agosto de 1940, bajo el pretexto de mostrarle unos documentos, Mercader atacó a Trotski en su despacho con un piolet, infligiéndole una herida mortal en la cabeza. Trotsky sobrevivió unas horas, pero murió al día siguiente.

Tras el crimen, Mercader fue detenido y condenado a veinte años de prisión en México. Nunca reveló su verdadera identidad durante el juicio. Tras cumplir su condena, le recibieron como héroe en la Unión Soviética, donde se le concedió la ciudadanía y la condecoración de Héroe de la Unión Soviética. Posteriormente residió en Cuba, donde murió en 1978.

Mercader: criminal y comunista

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