Quizá ya lo sabía pero fue el padre Luis Coloma quien popularizó la versión moderna y más conocida de Ratoncito Pérez en 1894.
Coloma escribió un cuento por encargo de la Casa Real Española para el joven Alfonso XIII, que había perdido su primer diente. En la narración original, Ratoncito Pérez vivía en una caja de galletas y se desplazaba por las tuberías para entrar en las habitaciones infantiles. Así, Coloma adaptó elementos de tradiciones, pero fue él quien le dio al personaje su nombre, personalidad y su historia característica.
La tradición es que cada vez que un niño pierde un diente, lo coloca bajo su almohada. Durante la noche, Ratoncito Pérez visita silenciosamente la habitación, recoge el diente y deja a cambio un pequeño regalo. Esta práctica transforma la pérdida de un diente en un momento mágico y emocionante para los niños.
El personaje trascendió fronteras y es una figura querida en muchos países hispanohablantes, adaptándose a las tradiciones locales pero manteniendo su esencia: un personaje tierno que celebra el crecimiento de los niños.
Madrid conmemoró a Ratoncito Pérez con una placa, siendo el primer personaje ficticio homenajeado por el municipio, lo que demuestra su arraigo.