Exordio
Por supuesto, hay mucho rufián y, además, de variada índole, no solo cínicos y de baja estofa. Y no, no vamos a tratar hoy aquí de ningún ser humano al que se le conozca así por ostentar un apellido de pillo, no, sino que vamos a analizar la palabra como tal, el vocablo en sí. Otra cosa es que surjan algunos ejemplos, pero eso es inevitable. Lo que también está claro, por si nos lee algún señor o señora Rufián, es que si de algo nadie es responsable es, precisamente de su apellido, aunque hay algunos que le hacen mucho honor al propio…
Rufián. Origen
El término rufián tiene sus raíces en el italiano ruffiano, y este deriva del latín rufus, pelirrojo o rubio, por alusión a la costumbre de las meretrices romanas de adornarse con pelucas rubias. Así, se utilizaba para describir a los proxenetas en la Italia renacentista. Estos individuos eran conocidos por su comportamiento engañoso y manipulador. La palabra se adoptó en el español durante el Siglo de Oro, un período de florecimiento cultural y literario en España y comenzó a usarse para describir a personas de carácter vil y deshonesto.
Rufián. Significado y usos
Ya hemos visto que originalmente, se refería a los proxenetas, pero su uso se ha ampliado considerablemente para incluir a cualquier persona que actúe de manera deshonesta o inmoral. ¿De qué nos informa el diccionario oficial al respecto? Dos acepciones:
- Persona sin honor, perversa, despreciable. Son sinónimos: sinvergüenza, truhan, canalla, bellaco, granuja, pícaro, pillo, bribón, baladrón y bastardo.
- Hombre dedicado al tráfico de la prostitución. Actúan como sinónimos: proxeneta, chulo, macarra, gancho y lenón.
Vemos, por tanto, que la acepción original, con el tiempo ha pasado a ser secundaria. Y no es menos cierto que el término en sí, está teniendo una desescalada (no se inventó Sánchez la palabreja, no) enorme en su uso. Y el apellido pronto caerá también, salvo para los más cercanos.
Rufián en la ficción
Hay personajes que en su actuar ordinario parece que están representando una obra de ficción, por su altanería, su sinvergonzonería, su desconocimiento del honor y de la dignidad y tanto más, pero ya hemos aclarado que no íbamos a referirnos a persona alguna.
El rufián (1928), de Armando Buscarini es una obra de teatro, escrita por el bohemio español Armando García Barrios, conocido como Buscarini.
El rufián en la escalera (1964) es una obra de teatro en dos actos del dramaturgo británico Joe Orton, conocido por su estilo provocador y satírico. Todo un personaje, por cierto.
Dos películas con idéntico título, El rufián. La primera, cronológicamente, la dirigió Daniel Tinayre en 1961 y la protagonizó Carlos Estrada. La segunda, es de 1983, dirigida por José Giovanni y protagonizada por Lino Ventura y Claudia Cardinale.
Y hablando de rufianes ¿saben cómo se dice rufián en catalán? ¡Facinerós!
NOTA: La ilustración es propiedad de piedefoto10.blogspot.com