Quizá ya lo sabía pero el Salar de Tara es uno de los paisajes más singulares y sobrecogedores del altiplano chileno. Se encuentra en la Región de Antofagasta, dentro de la comuna de San Pedro de Atacama, a unos 150 km al este de esta localidad y cerca del punto fronterizo tripartito entre Chile, Bolivia y Argentina. Está enclavado en la Reserva Nacional Los Flamencos, sobre la caldera del volcán Vilama, a más de 4300 metros de altitud.
Este salar no es solo una formación geológica de salinas y lagunas altiplánicas, sino también un humedal de importancia ecológica y cultural, vinculado ancestralmente a la cosmovisión de los pueblos originarios licanantay.
El Salar de Tara
- Se ubica sobre una antigua caldera volcánica, lo que le confiere una geología de rasgos excepcionales y escénicos.
- Está rodeado por formaciones rocosas monumentales como las Catedrales de Tara y los Monjes de la Pacana, esculturas naturales que parecen ruinas ciclópeas.
- Su altitud extrema (más de 4300 m) genera condiciones atmosféricas y lumínicas que distorsionan la percepción del paisaje.
- Es hábitat de tres especies de flamencos que nidifican allí, lo que le da su nombre y un carácter casi ceremonial.
- Alberga fauna altiplánica singular: vicuñas, zorros culpeo, cuy de la puna, chululos, caitíes, gaviotas andinas, chorlos de la puna, patos jergón y gansos guallata.
- Su flora está compuesta por bofedales, paja amarilla, coirón, tola de agua y tola amaia, adaptadas a condiciones extremas.
- El salar forma parte de una cuenca compartida por tres países, lo que lo convierte en un enclave geopolítico y ecológico excepcional.
- Desde 2018 permanece cerrado al turismo, lo que ha permitido una notable recuperación del ecosistema y el redescubrimiento de especies y dinámicas naturales.
- Tiene relevancia cultural para los pueblos originarios, siendo parte de su memoria territorial y espiritual.
- Su clima desértico, con temperaturas extremas y vientos persistentes, modela un paisaje de aparente inmovilidad pero gran dinamismo ecológico.