La expresión Tres santas y un honrado traen al pueblo agobiado es un dicho histórico español que, lejos de referirse a santas del santoral, alude irónicamente a cuatro instituciones de enorme peso y poder en la España de finales de la Edad Media y comienzos de la Edad Moderna. Su origen se sitúa en el reinado de los Reyes Católicos, cuando la sociedad sentía la presión de estas entidades sobre la vida cotidiana y la economía popular.
Las santas y el honrado
Las Tres Santas son la Santa Inquisición, la Santa Cruzada y la Santa Hermandad. El Honrado es el Honrado Concejo de la Mesta, la poderosa organización de ganaderos trashumantes. Cada una de estas instituciones tenía una función concreta, pero todas compartían la capacidad de imponer tributos, multas, levas o restricciones y de intervenir en la vida civil y económica del pueblo llano. La Santa Inquisición velaba por la ortodoxia religiosa y castigaba la herejía; la Santa Cruzada recaudaba fondos para las campañas militares y religiosas; la Santa Hermandad actuaba como fuerza de seguridad y justicia rural y la Mesta defendía los intereses de los grandes ganaderos, a menudo en detrimento de los agricultores y pequeños propietarios.
¿Qué significa?
El dicho Tres santas y un honrado traen al pueblo agobiado no es una simple enumeración de festividades ni de figuras santas, sino una crítica mordaz a la acumulación de poderes que, bajo el manto de lo santo u honrado, asfixiaban al pueblo con cargas fiscales, judiciales y sociales. La elección de los términos santas y honrado refuerza la ironía: lo que debería ser fuente de protección o virtud se convierte en motivo de agobio y opresión. La fórmula tres santas y un honrado es precisa y deliberada y citar más o menos instituciones desvirtuaría el sentido histórico y crítico del dicho.
Esta expresión es un testimonio de la lucidez popular para identificar y denunciar, con humor y resignación, los excesos de poder y la sobrecarga institucional. Su vigencia y su capacidad para comprenderse siglos después demuestran la fuerza del refranero como vehículo de memoria histórica (de la de verdad) y crítica social.
Hoy el dicho sería diferente. Como la honradez ya no existe, sería un honesto y tres mil autoridades. Aunque, desde luego, merecemos honradez.