Hubo un tiempo en que la radio no solo entretenía, formaba e informaba: también reconocía la grandeza y la planteaba como ejemplos a emular.
La pena es que hoy esto solo puede escribirse en pasado…
Historias reales de infancia, coraje y memoria
La Operación Plus Ultra, emitida por la Cadena SER entre los años 60 y 70, seleccionaba cada año a un grupo de niños que habían protagonizado actos extraordinarios. No eran prodigios académicos ni estrellas infantiles: eran niños responsables, valientes, dignos. Niños que cuidaban de sus familias, que salvaban vidas, que sostenían hogares enteros con apenas diez años.
La SER, por entonces, hacía una labor excelente: daba voz a la virtud sin cinismo, sin sarcasmo, sin esa manipulación ideologizada que hoy parece haberse convertido en su línea editorial. Qué tiempos aquellos, en los que el mérito no se disfrazaba de espectáculo ni se subordinaba al relato. Cuando los valores eran positivos —esfuerzo, tesón, valor, humanidad— y primaban sobre los derechos concedidos a cambio de nada. Cuando el mérito, casi siempre, ganaba.
Si antes se podía, se puede
Esta sección nace porque creemos —y lo decimos sin nostalgia ni solemnidad— que la responsabilidad y la dignidad no son cosas del pasado. No son valores anticuados ni reliquias morales: son principios vigentes, urgentes, necesarios. Y estos niños, los Niños Plus Ultra, son una prueba más.
Cada artículo estará dedicado a uno de ellos. Recuperaremos sus historias, sus nombres, sus gestos. No para idealizarlos, sino para recordar que el coraje cotidiano existe, que la infancia puede ser ejemplar y que el lenguaje también puede servir para honrar a los seres impolutos: a la infancia.
Porque si algo merece ser rescatado, es la memoria de quienes hicieron mucho… cuando apenas sabían leer.
Porque si antes se podía reconocer la virtud sin ideología, sin espectáculo y sin cinismo… ¿por qué ahora no?
Acompáñennos. La Operación Plus Ultra va a ser, sin duda, un episodio real y casi tangible de la memoria. O sea, en este caso, de los hechos reales, los incontestables, sin esconder ni añadir nada.