Me he arrepentido a veces de mi discurso, pero nunca de mi silencio. Xenócrates (396-314 a.C.)
Incorporamos a nuestro repertorio esta cita que, con más de 2.300 años de antigüedad, demuestra una inquietante verdad: en lo esencial, la naturaleza humana ha cambiado muy poco.
El silencio como virtud
La cita encara directamente a las consecuencias de nuestras palabras y sugiere que el hablar puede llevar a errores o arrepentimientos, mientras que el silencio, por otro lado, rara vez causa problemas. Esta sabiduría antigua invita a reflexionar sobre la importancia de medir nuestras palabras y a valorar el silencio como una herramienta de prudencia y sabiduría. O, al menos, a contar hasta diez antes de decir ciertas cosas.
En un mundo donde las palabras pueden tener un impacto notable, esta cita recuerda la importancia de ser conscientes de lo que decimos y cómo lo decimos. El silencio no solo evita conflictos, sino que también permite escuchar y reflexionar, lo que puede llevar a una comprensión más profunda de las situaciones y a decisiones más informadas. Esta enseñanza es tan relevante hoy como lo fue en la antigüedad, ya que nos anima a ser más reflexivos y considerados en nuestras interacciones cotidianas.
Sobre Xenócrates
Nacido en Calcedonia (actual Turquía) hacia el 396 a.C., Xenócrates fue un filósofo griego que estudió bajo la tutela de Platón en la Academia de Atenas. Tras la muerte de Espeusipo en el 339 a.C., asumió la dirección de la Academia durante 25 años, consolidando su estructura y ampliando su influencia filosófica. Su pensamiento buscó sintetizar el platonismo con elementos pitagóricos, identificando las ideas platónicas con los números y defendiendo una visión tripartita de la realidad (percepción, conocimiento y opinión).
Entre sus aportaciones destacadas se encuentra la división de la filosofía en tres ramas: lógica (o dialéctica), física y ética, estructura que influyó en el pensamiento helenístico. Aristóteles lo criticó en su Metafísica por su enfoque matematizante, aunque Xenócrates mantuvo una postura independiente, considerando al Uno y la Díada como principios fundamentales de la realidad. Alejandro Magno, reconocido admirador suyo, le obsequió cincuenta talentos.
Su obra escrita, que contiene tratados como Sobre el arte de reinar y De la naturaleza, se ha perdido casi en su totalidad, pero su legado pervivió a través de referencias en autores como Aristóteles, Cicerón y Plotino. Su enfoque teológico y metafísico sirvió de puente entre el platonismo clásico y el neoplatonismo posterior.
Xenócrates falleció en Atenas en el año 314 a.C.