¿Por qué se llama Transnistria?
El nombre no nace de una hazaña ni de una metáfora, sino de una geografía que se convirtió en frontera. Como tantas otras denominaciones impuestas o heredadas, su origen revela más sobre los mapas que sobre los pueblos, más sobre las divisiones que sobre las identidades.
Transnistria significa literalmente más allá del Dniéster, desde la perspectiva de quien lo observa desde el oeste. Es una construcción latina que designa una franja de tierra situada al este del río Dniéster, entre Moldavia y Ucrania. Pero lo que parece una simple descripción topográfica encierra una historia de rupturas, lenguas enfrentadas y memorias que no coinciden.
Transnistria. Más allá del río
El nombre se popularizó en el siglo XX, especialmente durante la II Guerra Mundial, cuando el régimen de Antonescu en Rumanía lo utilizó para referirse a los territorios ocupados entre el Dniéster y el Bug. Sin embargo, el uso actual no tiene relación directa con aquella ocupación, sino con la región que, tras la disolución de la URSS, se autoproclamó independiente de Moldavia en 1990.
Desde entonces, el territorio ha adoptado un nombre oficial distinto: República Moldava Pridnestroviana. En ruso, Pridnestrovie significa junto al Dniéster, una formulación que, curiosamente, invierte la perspectiva. Ya no se trata de lo que está más allá, sino de lo que está junto a. El cambio no es solo lingüístico: es político, identitario, simbólico.
El nombre como frontera
Transnistria es el nombre que Moldavia y la comunidad internacional utilizan para referirse a ese territorio que no reconocen como independiente. En cambio, República Moldava Pridnestroviana es el nombre que el gobierno local autoproclamado emplea para sí mismo, con bandera, moneda, ejército y constitución propias. La diferencia entre ambos nombres no es solo semántica: es una declaración de soberanía.
La toponimia, en este caso, funciona como frontera. Quien dice Transnistria afirma que ese territorio forma parte de Moldavia. Quien dice Pridnestrovie reivindica una identidad separada, con raíces rusas, moldavas y ucranianas, pero con voluntad de Estado. Así, el nombre se convierte en campo de batalla diplomático, en síntesis de un conflicto congelado.
Una geografía disputada
La región que hoy conocemos como Transnistria fue parte de la República Autónoma Socialista Soviética de Moldavia, creada en 1924 dentro de la República Socialista Soviética de Ucrania. Más tarde, con el Pacto Molotov-Ribbentrop y la creación de la República Socialista Soviética de Moldavia, los territorios se reorganizaron, y la zona del Dniéster quedó marcada por una mezcla de lenguas, alfabetos y lealtades.
Cuando Moldavia recuperó el alfabeto latino y adoptó símbolos rumanos en 1990, la población rusófona de Transnistria temió quedar marginada. La proclamación de independencia fue tanto una reacción cultural como una estrategia geopolítica. Desde entonces, el nombre Transnistria ha quedado ligado a esa tensión: entre lo que se reconoce y lo que se niega, entre lo que se nombra y lo que se vive.
Transnistria. Etimología y poder
Transnistria es, pues, una palabra que delimita, que separa, que impone una mirada. Su etimología es una cartografía del poder, una forma de decir desde dónde se habla y a quién se incluye.
Y sin embargo, quienes viven allí han resignificado el nombre. En Tiráspol, la capital, se habla de Pridnestrovie como patria, como proyecto, como identidad. Aunque el mundo lo llame Transnistria, ellos han llenado ese nombre de contenido propio, más allá del río, más allá del mapa.