Probidad

Lamentablemente, y con la responsabilidad de muchos (algunos por buenismo y estolidez y otros por maldad y criminalidad), la probidad no solo debe rescatarse como vocablo, sino, sobre todo, como concepto y como elemento imprescindible para cualquier sociedad. Pero, claro, para conseguirlo hay que educar…

Probidad. Un término olvidado

En el lenguaje cotidiano, palabras como honradez o integridad gozan de cierta presencia y reconocimiento. Sin embargo, probidad —término de raíz latina (probitas)— ha caído en absoluto desuso a pesar de su extraordinaria precisión y profundidad. Rescatar el concepto de probidad es más que un ejercicio filológico: es una necesidad ética y social.

Significado

Solo una acepción tiene el término en el diccionario oficial de la RAE: honradez, ni más ni menos. Como sinónimos sí cita a honorabilidad, honestidad, integridad, rectitud, decencia, moralidad.. . En el ámbito público, implica actuar con una conducta intachable y desempeñar el cargo de forma honrada y leal, siempre anteponiendo el interés general sobre el particular. La probidad no es solo la ausencia de corrupción; es la práctica activa del bien, la transparencia y la responsabilidad en cada acción, especialmente cuando se trata de la gestión de lo público. Claro, que le dices ímprobo a un socialista y pasa lo que pasa…

Probidad frente a corrupción

La probidad es el antónimo directo de la corrupción. Donde hay probidad, la administración pública actúa al servicio de la persona, promoviendo el bien común, la eficiencia, la transparencia y el acceso ciudadano a la información. La corrupción, por el contrario, representa el uso ilegítimo del poder para beneficio privado, erosionando la confianza y el tejido social.

Un valor imprescindible

La probidad es un principio esencial para la función pública, pero su vigencia no debe limitarse a ese ámbito. Es una virtud universal, aplicable a cualquier esfera de la vida: desde la empresa privada hasta las relaciones personales. La probidad exige actuar siempre con rectitud, incluso cuando nadie observa y rechazar cualquier atajo o ventaja ilegítima.

¿Por qué su rescate?

Recuperar la palabra es también reivindicar la necesidad de una ética exigente, que no se conforme con la mera ausencia de delito, sino que aspire a la excelencia moral. La probidad debe ser el estándar mínimo de quienes gestionan lo público, pero también un ideal para toda la sociedad. Solo así podremos construir instituciones sólidas, recuperar la confianza ciudadana y avanzar hacia un futuro más justo y transparente.

Corolario

En tiempos de desconfianza, desencanto, relativismo moral y desprecio absoluto a la verdad, rescatar a esta palabra es recordar que la integridad y la honradez no son virtudes opcionales, sino la base sobre la que se edifica cualquier sociedad digna. La probidad merece volver al centro de la acción pública y privada: no solo como palabra, sino como principio rector de nuestras acciones.

Las personas con probidad son probos.

¿Qué significa probidad?

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