Este tipo de rótulos comerciales, como el que mostramos en la fotografía adjunta, no solemos publicarlos en nuestra Galería de horrores ortográficos porque, normalmente, pertenecen a pequeños comercios que ya bastante tienen con sacar adelante sus negocios, especialmente tras las intervenciones fiscales del sátrapa del albañal y sus compinches, quienes, mientras tanto, roban a manos llenas.
¿Y por qué sí publicamos este caso? Precisamente porque, al tratarse de anuncios de una entidad mercantil de gran envergadura, no debemos mostrar ni un ápice de condescendencia.
La nueva hora
Nos hemos permitido corregir en el título las palabras nueba y ora, que solo provocan un dolor saturante de todas las meninges habidas y por haber… También se vislumbra un absoluto desprecio a las normas de puntuación y a la colocación de tildes.
Conclusión
Este caso evidencia la responsabilidad que recae sobre las grandes entidades a la hora de comunicar correctamente. Los errores ortográficos y de puntuación en anuncios públicos no solo afectan la imagen de la empresa, sino que también contribuyen a la normalización de la incorrección lingüística en el espacio colectivo. Si bien es comprensible cierta indulgencia hacia los pequeños comercios, resulta inadmisible que organizaciones de gran envergadura descuiden aspectos tan elementales del lenguaje. La atención al detalle y el respeto por la lengua son, en última instancia, una muestra de respeto hacia el público y hacia la propia actividad profesional.
Y la opción de un público rebelde con la anarquía ortográfica es muy sencilla: viajar con otra compañía porque si en la escritura no afinan con las normas ¿por qué debemos suponer que sí lo hacen con la seguridad de sus aviones? Porque los descuidados, los dejados, suelen serlo para todo. ¿No creen?
Y mientras, en Cataluña, a multazo vivo con los rótulos privados en español y permitiendo faltas de ortografía en los escritos en catalán. Esto es mucho peor que una distopía, es casi posapocalíptico.