¿Por qué se llama Zaragoza?
Zaragoza no es solo una ciudad; es un palimpsesto de civilizaciones, una urdimbre tejida con hilos íberos, romanos, árabes y cristianos.
Su nombre encierra una historia bimilenaria que ha sobrevivido a imperios, guerras y transformaciones culturales. Observar la evolución etimológica de Zaragoza es adentrarse en un recorrido que comienza con Salduie, se eleva con Caesaraugusta y se transforma con Saraqusta, hasta llegar al nombre que hoy conocemos.
Caesaraugusta: origen romano
La ciudad de Zaragoza, capital de Aragón, tiene una etimología ligada a la historia del Imperio Romano. Su nombre actual deriva de Caesaraugusta, una colonia romana fundada entre el 25 y el 12 a. C., probablemente en el año 14 a. C., sobre el asentamiento íbero de Salduie. Esta fundación se realizó en honor al emperador César Augusto, convirtiéndose en una colonia inmune, es decir, con privilegios especiales dentro del sistema jurídico romano.
Fonéticamente, el nombre Caesaraugusta evolucionó a lo largo de los siglos. En latín clásico, se pronunciaba aproximadamente como Kaisar Augusta. Con el paso del tiempo y la influencia de las lenguas locales, se transformó en Tsesaraugusta, luego Tsaragusta, y durante la ocupación islámica (siglos VIII al XI), se documenta como Saraqusta. Esta forma árabe también fue conocida como Medina Albaida, la ciudad blanca.
Tras la reconquista cristiana por Alfonso I el Batallador en 1118, el nombre evolucionó a Saragoça, luego Çaragoça, hasta llegar finalmente a Zaragoza. Este proceso muestra cómo Zaragoza ha sido influida por distintas culturas —romana, árabe y cristiana—, y cómo toda esa historia ha quedado grabada en el propio nombre de la ciudad.
Salduie: la raíz íbera
Antes de la llegada de los romanos, el solar de Zaragoza estaba ocupado por la ciudad íbera de Salduie, perteneciente al pueblo sedetano. Documentada desde el siglo III a. C., Salduie acuñó moneda propia y mantuvo una estrecha alianza con Roma durante la Segunda Guerra Púnica. Esta fidelidad facilitó su romanización, que culminó con la fundación de Caesaraugusta.
Aunque algunos textos antiguos, como los de Plinio el Viejo, mencionan Salduba, investigaciones modernas han corregido esta interpretación, confirmando que el nombre original era Salduie. Este asentamiento fue clave en la expansión romana por el valle del Ebro y en la integración cultural entre íberos y romanos.
Allá también Zaragoza, claro
El nombre Zaragoza no es exclusivo de la capital aragonesa. Hay al menos 16 ciudades en el mundo que comparten este topónimo. La mayoría se encuentran en Hispanoamérica, especialmente en México, donde hay localidades llamadas Zaragoza en estados como Baja California, Coahuila, Puebla, Veracruz, Oaxaca, Hidalgo, Tlaxcala, Michoacán y el Estado de México. También hay Zaragozas en Guatemala, El Salvador, Colombia y Filipinas.
Estas ciudades suelen haber sido nombradas en honor a la Zaragoza española, ya sea por colonos, misioneros o autoridades administrativas durante la época colonial. En muchos casos, el nombre fue una forma de rendir homenaje a la ciudad aragonesa, especialmente por su papel histórico en la resistencia durante los Sitios de Zaragoza en la Guerra de Independencia contra Napoleón.
La Zaragoza original, bañada por el Ebro y forjada por romanos, musulmanes y cristianos, ha dejado una huella toponímica que se extiende por el mundo. Cada una de estas Zaragozas es un eco de la historia, una muestra de cómo los nombres viajan con las personas, las ideas y los recuerdos.