Hay letras que estallan antes de pronunciarse. La P no se desliza ni se insinúa: irrumpe. Es la primera en golpear el aire con los labios cerrados, como una puerta que se abre de golpe. Su sonido es seco, frontal, sin reverberación. No vibra: detona. Por eso la P no pide permiso: proclama, provoca, perfora.
En el alfabeto, ocupa el puesto dieciséis, pero en la fonética es la primera en enseñar a los niños que el lenguaje también puede ser físico. Basta observar cómo se pronuncia: los labios se cierran con firmeza, se acumula presión y luego se libera en un estallido breve. Con ella seguimos nombrando el alfabeto con motes: la más pura, la P.
P, la letra que pulsa
La P es la inicial de palabras que no se conforman con el murmullo: poder, pasión, protesta, poesía, peligro. Todas ellas comparten una energía que no se deja domesticar. En latín, potentia designaba la fuerza en estado latente y primus era el que iba delante. La P hereda esa doble condición: es fuerza y es inicio.
Visualmente, su forma es una D amputada, como si se negara a cerrar el círculo. Su trazo vertical sostiene una curva que no se completa, como una promesa interrumpida. En tipografía romana, la P se alza con elegancia severa; en manuscritos medievales, se ornamenta como si ocultara un secreto. En ambos casos, su presencia es inconfundible.
Históricamente, ha sido letra de proclamas. En carteles de guerra, en panfletos revolucionarios, en portadas de manifiestos, la P aparece como estandarte. Paz y patria conviven con pólvora y persecución. Es la letra de los extremos, capaz de nombrar tanto el principio como el precipicio.
Palabras que perforan
En poesía, la P tiene un ritmo propio. Su aliteración produce pulsos, como en por pura pasión o piedra partida por el pensamiento. En narrativa, marca momentos de tensión: puerta, paso, presagio. En ensayo, introduce conceptos que no se disuelven fácilmente: problema, paradoja, principio.
Incluso en el habla cotidiana, la P conserva su carácter explosivo. Es la letra que inicia el insulto más común y la súplica más urgente. Por favor y puta comparten la misma detonación inicial, aunque se dirijan a mundos opuestos. Esa ambivalencia la vuelve peligrosa y fascinante.
P, la explosiva. Conclusión
La P representa la presión que antecede al lenguaje, el instante en que el pensamiento se convierte en sonido. Es la letra que recuerda que toda palabra nace de una tensión, de una acumulación que busca salida.
Por eso la motejamos como P La explosiva. Porque no se limita a nombrar: transforma. Porque no se deja pronunciar sin dejar huella. Porque en su estallido breve se concentra la fuerza de lo que está por decirse.