Hay términos que viajan con fluidez entre orillas del español, y otros que, por razones culturales, institucionales o simbólicas, se estancan en una de ellas. Conversatorio es uno de esos casos.
En muchos países hispanohablantes de América, el término designa un formato de diálogo público, académico o comunitario. En España, en cambio, suena ajeno, casi impostado. No es que no se entienda, es que no se usa. Y esa rareza revela algo más profundo: cómo el español se fragmenta no solo por acento, sino por prácticas discursivas.
Conversatorio. Origen
Deriva del verbo conversar y del sufijo –torio, que indica lugar o acción. En teoría, sería el espacio donde se conversa. Pero su uso como sustantivo institucionalizado—para nombrar encuentros públicos de reflexión—es relativamente reciente y se consolidó en el ámbito hispanoamericano a partir de los años 80 y 90, especialmente en contextos educativos, comunitarios y culturales.
En Colombia, México, Argentina o Perú, un conversatorio es una actividad con cartel, horario y ponentes. En España, esa misma actividad se llamaría mesa redonda, coloquio, encuentro, charla, o incluso tertulia.
Significado: más que una charla
En los países hispanohablantes del continente americano, conversatorio no es cualquier conversación. Es una instancia formal, aunque cercana, donde se reflexiona colectivamente sobre un tema. Puede tener estructura académica o comunitaria, pero siempre con vocación dialógica. A diferencia de una conferencia, el conversatorio implica intercambio. A diferencia de una clase, implica horizontalidad. Es, en cierto modo, una pedagogía del diálogo.
Usos
El término se ha expandido desde la educación popular hasta el activismo cultural. Se organizan conversatorios sobre feminismo, memoria histórica, literatura, salud mental, derechos indígenas. El formato permite reunir voces diversas sin jerarquía rígida y por eso ha sido adoptado por universidades, colectivos sociales y centros culturales. Su legitimidad está en el uso, no en la norma.
Curiosidades: el español que no se globaliza
Lo curioso de conversatorio es que, pese a su transparencia etimológica, no ha sido incorporado al español peninsular. La RAE lo registra, pero su uso en España es prácticamente nulo. Cuando aparece, suele ser en textos importados o en contextos americanos. Incluso en medios españoles que cubren eventos en países hispanohablantes del continente, el término se mantiene entre comillas o se sustituye.
Esta resistencia no es lingüística, sino cultural: en España, el discurso público sigue prefiriendo formatos más jerárquicos o más informales, pero no ese híbrido que propone el conversatorio.
Conversatorio. Epílogo
Decir que conversatorio es una palabra extraña en España no es un juicio, sino una constatación. Su rareza revela una diferencia en las formas de pensar el diálogo, la autoridad y la comunidad.
En muchos países hispanohablantes de América, el conversatorio es una herramienta de democratización del saber. En España, su ausencia sugiere que aún hay espacios donde el lenguaje no está convocado a conversar.