Nacido en Santiago de Compostela en 1856, José Rodríguez Carracido encarna el arquetipo del sabio liberal de la Restauración: un hombre de ciencia, de letras y de Estado. Su formación farmacéutica y su temprana vocación por la química lo situaron en la vanguardia del pensamiento científico español de finales del siglo XIX. Pero más allá del laboratorio, Carracido fue un intelectual comprometido con la regeneración cultural de España, un espíritu ilustrado que entendía la ciencia como herramienta de progreso moral y nacional.
Su carácter metódico, sobrio y racional, no excluía una sensibilidad humanista. Esta doble vertiente —científica y humanística— marcaría toda su trayectoria, desde la cátedra hasta la tribuna parlamentaria, desde el microscopio hasta el estrado académico.
Rodríguez Carracido. Farmacología, docencia y política
Fue catedrático de Química Orgánica y Biológica en la Universidad Central de Madrid, donde formó a generaciones de farmacéuticos y médicos. Su obra científica se centró en la fisiología digestiva y en la aplicación de la química a la medicina, campos en los que introdujo métodos experimentales modernos. Fue también director del Laboratorio Municipal de Madrid y presidente del Colegio de Farmacéuticos, cargos desde los que impulsó reformas sanitarias y educativas.
Pero su vocación pública no se limitó al ámbito académico. En 1905, José Rodríguez Carracido obtuvo la elección como senador por la Universidad de Santiago y, posteriormente, asumió el cargo de senador vitalicio. Desde el Senado defendió la dignificación de la ciencia española, la profesionalización de la farmacia y la necesidad de una política educativa basada en el mérito y el conocimiento. Su figura, por tanto, se sitúa en la confluencia entre ciencia, pedagogía y política, en una época en que estas esferas comenzaban a articularse como pilares del Estado moderno.
En la Real Academia Española
José Rodríguez Carracido fue elegido miembro de la Real Academia Española (RAE) el 28 de noviembre de 1907, siendo el sucesor de Eduardo Benot, fallecido el 1 de enero de 1907. Tomó posesión el 14 de junio de 1908 ocupando el sillón Z. El título de su discurso de entrada fue Valor de la literatura científica hispanoamericana. Le respondió en nombre de la Academia, el entonces director, Alejandro Pidal y Mon.
A lo largo de su estancia en la RAE, fomentó el valor y rigor del lenguaje científico en español, promoviendo la integración de la literatura científica en la misión académica y defendiendo la modernización del idioma y la apertura a la comunidad hispanoamericana.
Contribuyó al prestigio de la RAE en el ámbito científico nacional e internacional y abogó por una visión más moderna de la cultura científica en lengua española.




