Pero ¿qué es esto? ¿No suena bastante mal? Sí, pero recientemente hemos acabado de releer, en diagonal, eso sí, El barón rampante, de Italo Calvino. Esa obra ha sido la que nos ha dado la pista de estar así, bien sentado con las piernas abiertas, ya que, al parecer era una de las posiciones favoritas de Cosimo Piovasco di Rondò en su vida fuera de su zona cómoda.
¿Solo abiertos de piernas?
No, ¡qué va! Hay un montón de formas para decir lo mismo. Veamos algunas:
- Desparrancado.
- Desparrancarse.
- Despatarrar.
- Desparturarse.
- Despatarrar.
- Despernancado.
- Despernancarse.
- Escarranchado.
- Escarrancharse.
- Esparrancado.
- Espatarrar.
- Esparrancarse.
- Espernancarse.
Ya hemos advertido que este listado no es exhaustivo sino ilustrativo de tantas formas para venir a decir lo mismo.
Etimología común
Todas estas palabras comparten una raíz conceptual ligada a la apertura o separación exagerada, especialmente aplicada a las piernas, con influencias del latín aperire, término dio origen a conceptos relacionados con separar o abrir ampliamente, como ocurre con las piernas.
Hay también influencia del latín vulgar y de otras lenguas romances: palabras como despatarrar y espatarrar tienen raíces en términos descriptivos del movimiento o posición de las extremidades inferiores, en las que el prefijo des- indica acción inversa o intensiva, mientras que los sufijos como -ar y -arse son comunes en verbos relacionados con acciones físicas.
Otras palabras, como escarrancharse, tienen influencias del gallego y portugués (escachar, que significa ensanchar o rajar).
En español, los conceptos de abrir o separar se aplican figurativamente a posiciones corporales exageradas, como abrir las piernas ampliamente. Esto explica la evolución semántica de términos como despernancarse (de perna, pierna) o esparrancarse.
¿Y el manspreading?
Con las absurdas modas de imponer neologismos a conceptos que, como queda demostrado, tienen más que suficientes formas de expresarse, es decir con el papanatismo propio habitual y común, se empezó a hablar hace unos años de eso, del manspreading (despatarramiento o despatarre masculino). A eso se le sumó la estulticia propia del ultrafeminismo radical que pretende crear absurdos derechos y entre unos y otras pretendieron imponer ese término del inglés. Por suerte no lo consiguieron y, además, los hombres siguen yendo en los trenes o autobuses, algo despatarrados en general, pero sin invadir nunca el área de los asientos adyacentes. O eso es lo que yo veo en los hombres mínimamente educados. ¿A quién le importa si es una posición natural propia del ser humano varón y debida a las características físicas de la pelvis masculina? A los que con el rabo matan moscas.