Poema de Elvia Ardalani incluido en Callejón Kashaní (2012)
Texto íntegro de Arder el cuerpo, poema de Elvia Ardalani
Esta mañana al regresar a casa una mujer
se prendió fuego.
Comenzó su ritual al rociarse la ropa
de un líquido amarillo
y en cuestión de segundos las leves amapolas
de su falda adquirieron
cierta vida de planta.
Sin previo aviso entonces
encendió los cerillos y un fuego luminoso
la volvió carta en blanco, letra gruesa
gritando.
Nadie hizo nada, nadie.
Arder el cuerpo.
Dos o tres transeúntes le lanzaron sus sacos
y una niña de nueve le arrojó un cubo
de agua.
Todo fue tarde, todo.
En cuestión de segundos una mujer se baña
en cenizas y escombro.
Razones sobran para probar el fuego.
El infierno es mejor que otros infiernos.
De todo lo que fue por tantos años
esa mañana apenas quedan reconocibles
una amapola de su falda,
y un niño que la llora cuando pasa
y ya no la ve sentada afuera
del zaguán de su casa.
Sobre Arder el cuerpo
Comenzamos recordando, como siempre en nuestro poemario, que el análisis de la poesía es definitivamente subjetivo y depende de la interpretación personal del lector. Por lo tanto, todo lo que aquí se exponga está escrito con esa limitación.
Arder el cuerpo utiliza la metáfora del fuego para representar tanto el sufrimiento, la lucha y el sacrificio como la destrucción, la purificación y el renacimiento. Quizás también desesperación y fatalidad.
El poema, en verso libre, está compuesto por estrofas de longitud variable, sin corsés ni rigidez. Evidentemente, pues, no sigue una métrica o rima estricta, lo que le permite a la autora una mayor flexibilidad y fluidez en la expresión de ideas y emociones.
La autora
Elvia Ardalani nació en Heroica Matamoros, Tamaulipas, México. Ha dedicado la mayor parte de su vida a la literatura y a la docencia. Se doctoró en 1990 en la universidad Texas A&I. Actualmente es catedrática de Lengua y Creación Literaria en el Departamento de Escritura y Estudios del Lenguaje de la Universidad de Texas-Río Grande Valley.
Comenzó como poetisa y se adentró posteriormente en la narrativa.
Entre sus obras más destacadas en poesía señalamos: Por recuerdos viejos, por esos recuerdos (1985); De cruz y media luna (1996); Y comerás del pan sentado junto al fuego (2002); Miércoles de ceniza (2007); Cuadernos para un huérfano (2011); Callejón Kashaní (2012); El Ser de los Enseres/The Being of the Household Beings (2014) y Ese olvido que habita en la memoria (2017).
En narrativa: El sótano del caracol (2018), Pelo de gato (2022) y Crónicas del ronroneo (2022).