Lamentablemente, nuestra Galería de horrores ortográficos se incrementa con la fotografía que hoy nos sirve para denunciar ignorancia, dejadez, menosprecio y desdén.
Calles amplías. Tilde delatora
La aparición de calles amplías (véase fotografía) en un texto periodístico no es una simple errata: es una delación. Delata la ausencia de corrección, la negligencia profesional y la ruptura del pacto mínimo entre quien escribe y quien lee.
Esa tilde indebida convierte un adjetivo en una forma verbal inexistente, como si las calles fueran ellas las que amplían algo. El resultado es grotesco: el urbanismo anunciado se desmorona en un urbanismo lingüístico fallido.
La traición de la palabra escrita
La ortografía no es un ornamento: es el pacto de respeto entre escritor y lector. Cuando los medios exhiben faltas en titulares y cuerpos de texto, no cometen errores menores, sino una traición. Traicionan la lengua, la lectura y la inteligencia colectiva. La máxima de que leyendo se aprendía a escribir se ha invertido: hoy, leyendo se aprende a escribir mal, a normalizar la incorrección, a aceptar la negligencia como norma.
El descrédito del oficio
¿Cómo puede alguien que vive de la palabra no saber escribir? Periodistas, editores y redactores que ignoran las reglas básicas de la lengua no ejercen un oficio: lo degradan. La palabra escrita forma pensamiento, modela opinión, construye imaginario. Quien la ejerce sin rigor técnico ni conciencia ética no es comunicador, sino cómplice del empobrecimiento cultural.
La falta ortográfica en un medio no es un desliz: es una renuncia al cuidado, a la precisión y a la dignidad del lenguaje y una falta de respeto colosal.
Calles amplías. Daño estructural
No hablamos de nostalgia gramatical, sino de estructura. Cuando los medios normalizan el error, lo institucionalizan. El lector se habitúa, lo reproduce y así la escritura pública se descompone. La ortografía es la arquitectura mínima de la palabra compartida. Cuando esa arquitectura se derrumba, lo que se derrumba es la posibilidad misma de comprendernos.
NOTA. La imagen que acompaña este texto no es más que uno de los abundantes ejemplos que pueden detectarse cualquier día en los medios de comunicación.




