Catalina de Erauso no fue mito ni invención literaria: nació en San Sebastián, escapó del convento y, disfrazada de hombre, se convirtió en soldado en América.
Monja alférez. Orígenes
Catalina de Erauso nació en San Sebastián, probablemente en 1592, en el seno de una familia de hidalgos vascos. Sus padres pertenecían a la pequeña nobleza guipuzcoana, con vínculos militares y religiosos.
Desde niña fue destinada al convento de las dominicas de San Sebastián, donde permaneció hasta los quince años. Su carácter indómito y su rechazo a la vida monástica la llevaron a escapar, disfrazada de hombre, iniciando una trayectoria que marcaría su leyenda.
Fuga y vida con identidad masculina
Tras huir del convento, Catalina adoptó nombres masculinos como Alonso Díaz o Antonio de Erauso.
Viajó por España y luego se embarcó hacia América, donde participó en expediciones militares. Su habilidad con la espada y su arrojo en combate le permitieron integrarse en las tropas que luchaban en la Guerra de Arauco en Chile, enfrentándose a los mapuches. La documentación de la época confirma que sirvió como soldado y que fue reconocida por sus superiores por su valentía.
Hechos y actividades
La monja alférez llevó una vida marcada por la violencia y la aventura. Participó en duelos, riñas y campañas militares.
Al mismo tiempo, se convirtió en figura pública en España cuando su historia se difundió en 1625, atrayendo la atención de la corte y del papa Urbano VIII, quien le concedió dispensa para seguir vistiendo como hombre. Este hecho es extraordinario: una mujer que, en pleno Siglo de Oro, obtuvo autorización papal para mantener una identidad masculina en la vida civil y militar.
Entre historia y literatura
Su vida se recogió en crónicas, relaciones de sucesos y obras teatrales. La comedia de Juan Pérez de Montalbán, titulada La monja alférez consolidó la leyenda.
Aunque su autobiografía mezcla hechos con un tono picaresco, los historiadores coinciden en que Catalina de Erauso existió y dejó testimonio escrito de su vida, además de constar en documentos oficiales. Su figura se convirtió en símbolo de transgresión y en un ejemplo de cómo la literatura del Siglo de Oro transformaba la realidad en mito.
Crítica a la apropiación ideológica contemporánea
En tiempos recientes, algunos sectores han querido reinterpretar a la monja alférez como una precursora de ideologías de género contemporáneas. Esta lectura es anacrónica y desvirtúa la realidad histórica.
Erauso actuó movida por la necesidad de sobrevivir y prosperar en un mundo que ofrecía más oportunidades a los hombres que a las mujeres. Su travestismo no solo fue un recurso pragmático, sino también una reivindicación identitaria. Convertirla en bandera de una seudoideología actual es un abuso interpretativo que ignora el contexto del Siglo de Oro y reduce su complejidad vital a una etiqueta ideológica.
Catalina de Erauso, la monja alférez debe recordarse como lo que fue: una mujer que desafió las normas de su tiempo con ingenio y audacia, no como un símbolo artificial de debates contemporáneos y antinaturales.
Monja alférez. Conclusión
Catalina de Erauso encarna la tensión entre historia y leyenda. Su vida nos recuerda la capacidad de los individuos para desafiar las estructuras sociales y religiosas de su época. Fue soldado, aventurera y protagonista de un relato que aún hoy fascina por su singularidad.
Recordarla es reconocer la fuerza de una mujer que, disfrazada de hombre, conquistó un lugar en la historia militar y literaria del Siglo de Oro español.




